125. Territorio en disputa

15 de abril de 2024 | Abril 2024

El presidente no había dormido bien. Esta vez, a causa del frío invernal que invadía su cama de la residencia presidencial y envolvía su cuerpo, destapado, debido a sus movimientos nocturnos. En su sueño había tenido un enfrentamiento cuerpo a cuerpo con un comunista que, de alguna manera, lograba atraer el frío brutal de la Rusia siberiana hasta estas latitudes con el fin de conquistar el país y terminar con su gobierno.

Algo turbado por la derrota en la soñada batalla y envuelto en una manta que intentaba devolverle el calor al cuerpo pasadas casi dos horas desde que sonara su despertador, el presidente recibía por parte de su secretario personal las noticias más relevantes del día, esas que su algoritmo de redes sociales no llegaba a considerar relevantes.

—Y tenemos también, no sé si habrá visto, presidente las noticias, la situación en Pirané, don…

—Lo vi, lo vi en el noticiero —interrumpió el presidente—. Qué locura, quedó el pueblo casi fantasma, sin un alma por la calle. El hospital abarrotado de gente enferma. Pobres los pirani… piren… pirancinos.

—Piranenses —lo corrigió el secretario.

—Eso. A lo mejor tendríamos que mandar algo de ayuda humanitaria, ¿no? —sugirió el presidente mientras agarraba con dos manos la taza de té para calentarse los dedos—. Alguna colaboración médica, alguna ambulancia. Así quedaríamos bien con el Paraguay. Habría que hablar con Cancillería para ver si ellos ya se comunicaron.

—Pero, señor presidente, esto es en Formosa.

—¿Eh? ¿Cómo, es nuestro?

—Sí, señor.

—Pero, la puta madre, viejo… Si acá ya no hay dengue, ni se ven mosquitos, ¿cómo puede ser?

—Pasa que ellos tienen un clima distinto, allá sigue habiendo dengue y, este año, bastante, por eso está tan brava la cuestión.

—Dios santo, envidio a los egipcios que tuvieron solo siete plagas. A nosotros nos van a borrar del mapa si seguimos así —y quedó con la mirada trabada en la mesa, compungido.

—¿Le parece que hable con el Ministerio de Salud? —preguntó el secretario después de esperar un minuto a ver si el presidente completaba su pensamiento.

—¿Qué? No, no hace falta… Si no vamos a quedar bien con nadie, ni perdamos tiempo. ¿Terminamos ya esta reunión? En breve me va a hacer efecto el té este para conciliar el sueño. Tengo que ir a ver si en la próxima batalla puedo ganarle al ruso comunista —sonrió socarrón.

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