114. La competencia es salud

4 de abril de 2024 | Abril 2024

El Estadio Monumental estaba repleto. Tanto que, después de esa tarde, se supo que se habían vendido entradas por sobre la capacidad habilitada. El público vibraba bajo el sol y coreaba cantos dedicados a las batallas que colmaban las tribunas como antes lo hacía el fútbol. Con la nueva disciplina, el estadio se veía distinto. Ya no podía mantenerse el césped, innecesario para una arena estilo romana y sus eventos propios de siglos atrás. Lo que sí se había agregado sin escatimar en gastos era un generoso palco expuesto a los ojos de todos para ser ocupado por la cúpula del gobierno y allegados.

La presentadora anunció la siguiente batalla. Luchador Boca contra Luchador River, con camisetas de esos equipos respectivamente, se enfrentarían en una pelea cuerpo a cuerpo, cada uno portando un palo de cincuenta centímetros de largo de madera maciza y el escenario estaría sembrado de cadenas y cuchillos que se escondían bajo la arena.

Luchador River, que era más flaco y también más enérgico, corrió hasta su rival y saltó un metro antes para darle una patada, con la mala suerte que Luchador Boca lo esquivó y le dio un palazo en el aire. Luchador River quedó tirado en el suelo sufriendo el golpe en su espalda; entonces Luchador Boca se acercó a reventarle la cabeza con el palo cuando Luchador River sacó un cuchillo de debajo de la arena que clavó en la pierna de Luchador Boca. En un movimiento rápido logró recomponerse, buscó su palo, unos metros más allá después de su caída, y volvió al ataque. Aprovechó que su oponente tenía dificultades motrices y lo mareó hasta que pudo dar un salto y asestar un palazo en la nuca de Luchador Boca. Luego lo remató con otro golpe en la frente.

Muerto uno de ellos y finalizada la contienda, hizo su reingreso la presentadora, acompañada de una joven que le acercó una placa y un ramo de flores al ganador y entonces los parlantes del estadio transmitieron para todos:

—¡Felicitaciones por la victoria! —sonrió la presentadora detrás del micrófono—. ¿Cómo es tu nombre?

—Román García —contestó el muchacho.

—Contame de dónde sos, a qué te dedicás…

—Soy de Caraza, y estoy juntando algunas cosas por la calle ahora. Cartón, lata…

—¿Y cómo te sentiste en esta Competencia Libre? —preguntó con la sonrisa inquebrantable.

—Bien… sí, bueno. Me parece que me rompió alguna costilla con el golpe. Pero, gané —y sonrió también Román García.

—El premio que te llevás es la atención de por vida en el Plan 1200 de American Health, o si no, podés cambiarlo por operarle el tumor a tu hijo Tomás, ¿qué preferís?

—Y, no… me voy a quedar con el plan yo, porque… tengo tres chicos más, que también necesitan seguir teniendo papá, que, aunque yo no tenga nada ahora, si me lastimo juntando en la calle, capaz que…

—No hace falta que expliques nada —contestó la presentadora—. Acá hay libertad total. ¡Un aplauso para Román García! —cerró la presentadora, al mismo tiempo que se alejó unos pasos del ganador para dirigirse al público efusivo.

Román García empezó a llorar de la emoción y saludó desde su lugar al palco del presidente y su séquito que miraban y retribuían con un aplauso, el saludo del ganador.

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