668. Una vez más

7 de octubre de 2025 | Septiembre 2025

Un pálido y casi congelado Jack se hundía, justo antes de que llegara el bote de rescate. De su boca emergieron las últimas burbujas de aire que le habían quedado en los pulmones. Su piel tan blanca fue casi lo único que hizo rebotar la poca luz de la noche en medio del océano heado. Justo entonces, ni bien salió de escena, el Hada de los Guiones lo rescató:

—Jack, querido. ¿cómo estás? —saludó ella.

—¿Eh? ¿Dónde estoy? —preguntó él.

—Estabas muriendo como persona y personaje, pero no te preocupes. Ahora vas a tener una segunda chance. Es como si hubieras llegado al paraíso y te dijeron que podías volver a vivir.

—¿Por qué hablo perfecto castellano?

—Castellano rioplatense, hijo —le aclaró el hada—. Porque es la lengua de los dioses, pero eso no importa ahora. Lo que importa es que en esta época garpa esto de traer producciones del pasado y repetir la historia, o continuarla.

—¿Producciones del pasado? —preguntó Jack, que seguía viviendo en 1997.

—Claro, querido, esto ya es 2025. Es mucha información para vos, a lo mejor, pero la realidad es que te acabás de morir y vas a repetir esto en loop a no ser que aceptes nuestra oferta.

—¿Eh?

—Escuchame porque queda poco tiempo —el hada se acercó de golpe hasta quedar a centímetros de su nariz—. Arrancamos la nueva historia desde un final paralelo. Para eso, cuando el barco se hunda, no vayas a la misma tabla que Rose. Fijate que hay más cosas que flotan. Vas a volver ahora. Dale, Jack. Vos podés. —dijo el hada.

Jack no llegó a responder. De pronto, estaba en el puerto, jugando al póker con un tabaco entre los labios, apostando monedas y boletos de viaje en el Titanic.

La película transcurrió igual que como la había filmado James Cameron. Todo exactamente igual, desde la noche del baile en tercera clase hasta la columna del barco cayendo sobre Fabrizio, pasando por el sexo en el Renault Type CB Coupé de Ville.

El barco golpea el iceberg y comienza el hundimiento. Jack recuerda el consejo del hada. Minutos más tarde, él y Rose, trepados de la baranda de la cubierta, ven el barco sumergirse en el océano. Nadan en el agua helada contra la fuerza del barco que los traga consigo. Rose sale a flote, pero Jack no.

Hasta que logra emerger justo cuando un hombre intentaba robarle el chaleco a Rose. Jack la libera y la conduce hacia una tabla de madera con muchos detalles tallados. Ella sube y queda acostada encima. Jack intenta subir, pero no lo logra.

Jack recuerda el consejo del hada. Le asegura a Rose que todo va a estar bien, que los botes de emergencia van a volver a ayudar. Alrededor, cientos claman por ayuda, luchando contra el agua congelada que les entumece el cuerpo.

Pocos minutos más tarde, a Rose le llama la atención el silencio, que ya nadie grita alrededor. En medio de un cementerio flotante, Jack recuerda una vez más el consejo del hada. Le pide a Rose que no se olvide de él y se aferra a su mano.

El bote regresó y Rose se alegró. Descubrió que Jack ya no vivía, le soltó la mano y él, pálido y congelado, se hundió en el océano una vez más.

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