612. Blanditos

11 de agosto de 2025 | Agosto 2025

El día que vi, en mi cuenta de mail, lo que promocionaba el ministerio para los hombres de la fuerza, yo ya sabía que la cosa iba a terminar en un desastre. Para mí ya estaba mal que la ministra reconociera que los alquileres eran altos y que, a los que destinaban a lugares más caros para vivir, no les iba a alcanzar el sueldo. Pero peor todavía era sacar un proyecto que les ofrecía casi no cobrar nada, a cambio de la promesa de, algún día, dejar de alquilar.

Ese plan de ahorro de compra de vivienda era una mentira de campaña para que los sectores que nos apoyan votaran por un gobierno que, según ellos, tiene bien a la fuerza y le resuelve los problemas que nunca nadie se atrevió.

Para mí el país se divide entre gente que defiende a las fuerzas y la gente que las odia. Y ahí adentro, en cada grupo, se mezclan radicales, peronistas, kirchneristas, macristas, zurdos, camioneros, planeros, travestis, remiseros.

El plan consistía, básicamente, en cobrar menos plata, que la juntaba el ministerio y ellos te avisaban cuando tuvieran lo que hacía falta para comprar una casa. En teoría, tenían asesores financieros que la invertían y conseguían más para cada hombre de la fuerza.

Pensé que era como el caso Libra y ni me preocupé. Pero, después, vi que un montón habían aceptado la propuesta del ministerio que, al final, era una propuesta oficial. Como que lanzaban un banco de la Gendarmería, una cosa así. No sé.

Entonces, como comandante, intenté alertar, por lo menos en mi escuadrón, que se asesoraran antes de hacer algo así con lo que ganaban. No me dieron bola y se nos vino la noche.

Me acuerdo que era un piquete en la ruta, porque habían echado gente en una fábrica grande. Eran cientos de despedidos que estaban recargados de bronca. Llevaban dos horas cortando cuando llegamos, recién al amanecer.

Como eran las elecciones, el gobierno quería mostrar que tenía huevos. Los suficientes como para resolver, pero no tantos como para pasarse. Es más, la línea era que no hubiera heridos. Llegaba a haber un muerto, y mi cabeza y la de los comandantes Ramírez y Yáñez rodaban.

Yo ya sabía que estaban en un mal momento los muchachos. Se quejaban en los móviles de que tenían hambre. En simulacros de combate también los había escuchado decir que no les alcanzabael sueldo. A mí, tampoco, pero a ellos, menos todavía.

Para colmo, la falopa que antes nos mandaban, ahora era lo mismo que nada de tan cortada que estaba. No pegaba ni siquiera para que los muchachos se imaginaran el efecto. 

Formamos el cordón doble, ejecutamos la avanzada sobre los piqueteros, se resistieron y comenzó un combate cuerpo a cuerpo. Ahí vi que mis hombres, de tan blanditos, caían como moscas, por todos lados, a un costado, al otro, por el medio. Las filas se rompieron y ellos nos avanzaban a nosotros.

Me acuerdo que con Ramírez y Yáñez arrancamos a tirar nosotros mismos y ordenamos tirar a los demás gendarmes que tenían armas de fuego. Herimos a nuestros propios hombres también, bastante. Es que fue tan descontrolado todo…

Lo malo fue que hubo cinco víctimas fatales: dos gendarmes y tres piqueteros, además de como cincuenta heridos. Así que el gobierno tuvo que pedirle a la empresa que no echara y empezó a pagarle el sueldo a la gente.

Pero el quilombo siguió porque los organismos de derechos humanos y la oposición empezaron a pedir que nos echaran a Yáñez, a Ramírez y a mí por ser responsables. El gobierno, como para defendernos, nos dio medallas por el honor en la defensa de los nuestros.

Dicen que fue por eso que perdió el gobierno las elecciones, pero a mí me parece exagerado. Al fin y al cabo, solo fue un plan de vivienda.

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