588. Día del amigo

25 de julio de 2025 | Julio 2025

Jeremías, después de años de casi absoluta soledad encerrado con su computadora en la pieza de la casa de sus padres, intentaba que su único grupo de amigos, conformado por Tomás, Valentín y él, se reencontrara para festejar el día del amigo como lo habían hecho el año anterior, unos meses después de su primer encuentro en persona en un acto del partido libertario al que Valentín, militante desde el primer momento, los había convocado.

Jeremías había dedicado su vida a jugar en la computadora. Tenía redes sociales, pero no le interesaban: al no tener amigos, no interactuaba con nadie y, de solo entrar en ellas, sentía rechazo.

Hasta el día en que conoció a sus amigos, prefería jugar on line con gente sin cara, ver porno y, en su tiempo libre, aprender sobre programación con tutoriales que descargaba.

De cara al día del amigo, le mandaba mensajes a Valentín insitiéndole para juntarse, pero la respuesta llegaba horas más tarde y siempre con un insulto dedicado a Tomás.

Por su parte, Tomás también le contestaba a Jeremías que tampoco le interesaba ser amigo de un estafador como Valentín.

Meses atrás, Valentín había recibido un mensaje de un número desconocido que le ofrecía una inversión fenomenal por ser miembro del partido, válido únicamente por diez horas y un link lo llevaba a una página de internet.

Intentó hacer una inversión, pero el monto mínimo de diez millones de pesos excedía los tres que él tenía ahorrados. Además, las tasas de ganancia aumentaban por montones a medida que aumentaba la inversión.

Valentín armó una propuesta de inversión y convenció a Tomás de poner siete millones, que tendría que pedirles prestados a su padre, empresario gastronómico.

Tomás le transfirió a Valentín y él hizo la inversión planificada. Después de eso, la página se cerró como si jamás hubiera existido. Buscó informacion sobre la empresa, pero era demasiado tarde. En todo internet no había un solo dato.

Tomás, a partir de ese día, cortó todo vínculo con Valentín y se alejó del partido.

Desde ese momento, Jeremías sintió culpa. Había vendido el primer grupo de amigos de toda su vida a cambio de quedarse con diez millones que les pertenecían.

Después de haberse gastado cada peso, no podía confesar que había sido él. Y tampoco quería, en realidad. Se quedó en el partido unos meses más, hasta que entendió que no valía la pena: no le interesaba la gente sin plata.

Compartí este pasquín

¿Querés recibir un correo electrónico con los pasquines que se publican en el blog?

Suscribite completando tu nombre y correo electrónico.

Loading

Importante: Te va a llegar un email que tenés que abrir para confirmar tu correo.