Cuando sonó el timbre de la fábrica de plásticos que anunciaba que había terminado el turno, Aquiles suspiró y se relajó con los brazos en jarra. Apretó los dientes para no ser acusado de puto por su dolor de espalda y emprendió su camino hacia el vestuario mientras empezaba a sacarse los guantes del trabajo. En ese momento, sintió que Facundo le empujaba el hombro.
—¿Qué onda, amigo? —preguntó Facundo.
—¿Qué pasa, gato? —contestó Aquiles con una sonrisa que tapaba una mueca de dolor.
—¿Vamos a buscar algún trabajo? —preguntó Facundo mientras ya entraban al vestuario.
—Qué mugre, boludo, no limpiaron ese vómito todavía —lamentó Aquiles—. No, amigo, qué trabajo ni trabajo, me voy a casa.
—¿Te juntás con la pibita?
—Ojalá. Ni me contesta.
—Y bueno. Entonces vayamos a buscar un laburo que pague más que esta mierda.
—Ya fue buscar trabajo, Facu —contestó Aquiles, resignado, mientras se vestía—. Desde que entré acá que busco y no encontramos nunca nada. Es perder el tiempo.
—Eh, amigo, ¿te estás rindiendo o qué?
—Es que es al re pedo.
—Pero dale, ¿te vas a dejar vencer? Así vas a ser pobre toda la vida —dijo Facundo al mismo tiempo que cerraba los ojos y levantaba las cejas.
—No jodas, Facu, si ya iba a ser pobre toda la vida. A lo mejor el día que me jubile puedo ponerme a vender empanadas o algo así. No sé, prefiero agarrar todas las horas que íbamos a buscar laburo juntos en… qué sé yo, hasta hacerme la paja es mejor.
—Amigo, no te pongas resentido.
—¿Qué resentido, boludo? Si hace tres años que buscamos un trabajo para llegar a fin de mes y es siempre lo mismo —se encogió de hombros Aquiles—. Creo que voy a vivir con mi vieja hasta que me muera.
—Ella se va a morir primero.
—No sé… Ella por lo menos no viene a dejar la espalda acá.
—No seas puto, Aqui. Y, si sos puto, por lo menos busquemos otro laburo que nos pague mejor y listo.
—Boludo, nos tocó ser pobres. No la vamos a pegar ni vamos a volvernos ricos por ganar cien lucas más. ¿O cuánto pensás que te van a pagar?
—Gato, vos porque no tenés ideas. Yo si me puedo ahorrar esas cien lucas, en un año me compro una motito 110 usada y me pongo a hacer repartos cuando salgo de acá.
—Amigo, fíjate que los de repartos quieren tener nuestro laburo —contestó Aquiles y le guiñó un ojo.
