493. Esperando el milagro

18 de abril de 2025 | Abril 2025

—Así que con la bruja todo mal, che, no te lo puedo creer —lamentó Sergio, mientras se sentaba en el sillón de ese living alto con vista al Río de la Plata, en el departamento de Juan Cruz. Tenía una copa de vino carísima en la mano, y la panza llena. Se habían reencontrado después de años, y habían hablado largo rato.

—Qué le vas a hacer, viste. La vida tiene cosas feas también —dijo Juan Cruz con una sonrisa tan genuina que no parecía lamentar nada, y se sentó en el sillón lateral con su copa.

—¿Y de laburo? ¿Cómo andás? Parece que venís bien —sugirió Sergio.

—Ya no se puede laburar, Sergio, querido. Está imposible. No te dan los números. Cada vez alcanza para menos… Es que, si te soy honesto, me conviene producir menos e invertir —se sinceró Juan Cruz.

—Y hace eso, boludo —alentó Sergio, señalando con la mano como si “eso” estuviera ahí frente a ellos.

—Sí, ¿y qué hago con la fábrica? ¿Me quedo todo el quilombo yo solito? —preguntó Juan Cruz.

—Bajá la producción y listo. Echá a los que te toque.

—¿En serio me decís? —preguntó Juan Cruz, serio.

—En general, cuando hablo de negocios, es con un whisky en la mano. Pero sí, mi viejo, a esta altura no te vas a andar haciendo mala sangre —aseguró Sergio gesticulando con el brazo derecho—. Eso sí, no toqués mi gente.

—¿Nos pasamos al whisky, entonces? —preguntó Juan Cruz.

—Echá a los negros, los vagos, ¿viste? Cualquiera menos los míos —contestó Sergio con algo de desprecio.

—¿Y vos me los tranquilizás igual? Es un tercio de la gente.

—Hacelo en tandas. Dos, tres tandas. No lo vamos a hacer todo junto que ahí se complica. Yo les pongo el abogado y listo. Total, a Danielito le va a venir bien —dijo Sergio y sonrió, tierno, con la mirada perdida en el río.

—¿Ya es abogado el nene? —se alegró Juan Cruz.

—Sí, ya está grande. Y tiene sus casos, viste. Yo lo quiero juntar con el gordo Palacios, ¿viste? Ese se las sabe todas.

—¿Sigue en el sindicato el gordo?

—Al lado mío. Siempre. Es una bestia el gordo. Toma como una bestia. Pero la tiene clara.

—Bueno, entonces, ¿le doy para adelante? —preguntó Sergio.

—Traé el whisky y hablamos.

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