479. Boludo

3 de abril de 2025 | Abril 2025

A Leonardo se le colaba por las fosas nasales el olor a comida rápida y, con los ojos cerrados, podía viajar a un lugar feliz. Ni bien entró en el local ya sentía que sería un buen día. Si no le daban el trabajo, al menos, se comería una hamburguesa. Se anunció en caja y se sentó en una mesa a esperar.

—¡Leonardo Muñiz! —gritó una mujer de casi cuarenta, baja, con un pantalón de vestir y una remera escotada desde la cual emergían sus tetas.

Leonardo se acercó hasta ella y se presentó.

—¿Cómo estás? —saludó ella con una sonrisa—. Mi nombre es Noelia, soy de recursos humanos. Vení, acompañame a la oficina.

Lo condujo directamente hacia los baños y abrió la puerta del medio, la del cartel de “PRIVADO”. Al otro lado había un cuartito de limpieza y, en lugar de tener una pared de fondo, daba a una pequeña oficina con dos escritorios, sin ventanas y luz blanca de tubo.

—Ella es Luz, la contadora —presentó Noelia y Leonardo la saludó con un cabezazo al aire mientras tomaba asiento en frente a Noelia—. Contame, ¿por qué puesto venías?

—Eh, en realidad, estoy interesado en el de encargado de papas fritas, pero también mandé por el de limpieza —contestó Leonardo, hablando lento y con los ojos clavados en el escote a Noelia, que anotaba en un cuaderno.

—Perfecto, Leo —contestó Noelia y lo miró—. ¿Tenés experiencia en gastronomía, casas de comida rápida…?

—No. No, pero trabajé de cadete de un estudio contable cinco años. Y en mi casa siempre cocino yo y está todo limpio —dijo Leonardo y volvió a mirarle las tetas a Noelia, que esa vez lo pescó infraganti.

—Bien. ¿Te gustaría trabajar en algo de esto? ¿Por qué pensás que deberíamos darte este trabajo a vos? —preguntó Noelia que intentó subirse la remera sin que se notara.

—Sí, digo… sí. Me gustaría. Creo que, si me eligen, vendría a trabajar. Me gustaría ser gerente de acá —dijo Leonardo con una mueca desinteresada.

—Igual, esto es para encargado de papas fritas.

—Ser gerente y echar a todos si tengo ganas —dijo Leonardo como perdido.

—¿Sos ret…? —Noelia interrumpió su pregunta para reformularla: —¿Tenés alguna condición especial?

—La verdad que sí —dijo Leonardo. Agarró su labio inferior y echó una última mirada, esta vez sin disimulo, a las tetas de Noelia—. Quisiera ganar un buen salario.

—Perfecto, Leo. Muchas gracias por venir. Te llamamos —contestó Noelia con una sonrisa, relajada por saber quién no se iba a llevar el puesto, mientras se cubría el escote con una mano.

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