Paola, encuestadora a cargo de casi cuatrocientos hogares del municipio de Lomas de Zamora, solía hacer su trabajo de modo remoto, por teléfono, chat o incluso por mail. Pero durante el último tiempo, el gobierno exigía que fueran de modo presencial, de modo que las buenas noticias fueran entregadas en persona.
—¡Hola, Sandra! ¿Cómo estás? —saludó Paola con una sonrisa cuando se encontró a su encuestada sentada en una silla, en la puerta de su casa, en una calle sin vereda del barrio Las Casuarinas, en Temperley.
—Ah, hola, ¿cómo andás?
—Vengo a hacer la encuesta, la hacemos rapidito acá que hay sol, está lindo, ¿te parece?
Sandra achinó los ojos para escucharla mejor entre los ladridos de los perros del barrio, un par correteaban en la calle. Asintió en silencio.
—A ver, vos estabas cobrando dos AUH y un Potenciar… perdón, Volver al Trabajo. Y Tarjeta Alimentar, ¿verdad? Tenés más o menos trescientos veinticinco mil, ¿no? —Paola miró a Sandra que respondió asintiendo—. ¿Algo más?
—Estoy con una cooperativa de acá del barrio, de corte y confección. Saco cuarenta, cincuenta al mes.
—¡Ah, buenísimo, Sandra! Te felicito. Escuchame, vos, alquiler no pagabas, ¿no? —dijo Paola y miró la casa de techo de chapa, con puerta sin manija y una ventana tan chica que apenas calificaba como tal.
—No.
—Genial, genial. Hijos tengo anotados tres, ¿sigue así o…?
—Sí.
—¿Cuánto tenés de servicios?
—Luz no tengo más, que me cortaron, estaba colgada. De garrafa será treinta, una cosa así. Y teléfono, con mi hijo Ezequiel, son treinta más.
—¿Transporte, escuela, vestimenta? —preguntó Paola mientras anotaba en la planilla.
—Caminamos —se limitó a responder Sandra.
—¿Entonces todo lo que te sobra es para la comida?
Sandra asintió.
—¡No te puedo creer, Sandra! Grosa total, ¡te administraste re bien! Mirá, justo vengo de acá de una parejita joven que se mudó en Banfield y tienen lo mismo en comida que vos. Bueno… un poco más, pero tampoco tanto.
—Ah.
—Sandra, con estos números, dejame ver… —miró la planilla un minuto y anotaba garabatos—. ¡Ya no sos pobre, Sandra! Sos una crack total.
Sandra sonrió en silencio.
