441. Cómo estafar a un presidente

24 de febrero de 2025 | Febrero 2025

El Colorado era hijo de una ex dirigente trotskista y un padre ladrón de bancos, que falleció tras ser baleado en un intento de robo a un banco en Boston. Solo con su madre, tuvo una infancia demasiado politizada, al punto de costarle, en un país como Estados Unidos, encontrar amistades que se alejaran del sentido común y el consumo como interés primordial.

Su infancia tuvo mucho tiempo muerto esperando a que su madre lo buscara en la escuela y casas de gente conocida después de salir de su trabajo. Aburrido, con pocos amigos, no solía sonreír a menudo.

Su madre, para ayudarle a pasar esos ratos, le había inculcado la lectura. En particular, los libros que ella misma hacía para él: versiones infantiles de clásicos marxistas, con personajes infantiles que compartían los placeres de la vida que el Colorado tenía a su corta edad.

Su adolescencia se dividió entre una rebeldía vacía contra los preceptos de su madre, que lo llevó a investigar las derechas mundiales, y una búsqueda de raíces paternales en las artes delictivas.

En esa búsqueda encontró la versión yanki de Nueve reinas, una película innecesaria, si bastaba con ponerle subtítulos a la argentina para reproducirla en todo el mundo. Tuvo que ver la original para disfrutarla verdaderamente.

Ahí conoció la argentinidad propiamente dicha, y se enamoró de ella. Iba al colegio con la camiseta suplente de Maradona de Estados Unidos 94. Empezó a tomar mate, aunque tardó en agarrarle el gusto.

En esa época fue aprendiendo a hacer pequeñas estafas, por lo general, a compañeros del colegio hijos de padres empresarios y otras personas que suponía garcas o explotadoras.

Cuando terminó el colegio empezó a realizar estafas por internet y redes, que le dejaban más ganancia y podía hacerlas casi sin dejar marcas, usando un nombre falso. Al mismo tiempo, estudiaba los procesos políticos de Latinoamérica, buscando una identidad política propia.

Justo en ese proceso estaba, cuando una nueva derecha amanecía en Argentina. Él sabía de qué se trataba: su argentinidad le hacía enterarse de todo. Y también sabía por dónde venía el escenario de la derecha mundial.

El Colorado había intentado ser de derecha, pero no lo era. Tenía demasiado abierta la mente por su madre como para fundamentos tan vagos. Y por despegarse de preceptos maternales, terminó siendo de una izquierda moderada, conciliadora. Se decía peronista, aunque no lograba entender el concepto.

En cuestión de días armó una estafa maestra: usó contactos de la derecha norteamericana con perfiles falsos para llegar a ofrecer su servicio de estafas a la derecha gobernante en la Argentina.

El plan era tan burdo que el Colorado no imaginó que fueran aceptar. Con que él mostrara sus pruebas podía herir de muerte al gobierno y convertirse así en el orgullo de su madre y de su padre.

Se sorprendió cuando la respuesta fue positiva. De ahí en adelante, solo era cuestión de no apresurarse a jugar sus cartas. Y el resto es historia.

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