433. Faltaba más

16 de febrero de 2025 | Febrero 2025

Diría que más que por sus enseñanzas, yo me había anotado en el curso del Gambler Dacunti porque, una vez que terminara, él quedaba como asesor financiero de cada alumno por un año. Y ese curso solamente costaba cinco mil dólares. Un monto bajo para tan groso inversor.

Yo había hecho el curso prestando atención a todo lo que él decía. Es cierto que la mayor parte eran anécdotas y que yo, en general, no entendía bien sus explicaciones, pero era una maravilla verlo hablar. Un tipo sabio, seguro.

Y por eso fue brutal la frustración del momento en que vi, en tiempo real y sin capacidad de reacción, cómo caía el valor de las acciones de la empresa de su amigo. Yo había invertido todo.

Claro que sabía que en esto se puede perder o ganar, pero no era posible de la mano del Gambler Dacunti. Algunos decían que había sido una estafa. Yo no sé. No me quedó claro… son cosas difíciles.

Justamente por eso era que necesitaba un buen asesor financiero. La casita de mamá, recién heredada por mí, era lo único que tenía. Es más, me parece que ya me habían echado del trabajo… Ah, no. Pero faltaba poco.

Y bueno, después de ver que mi inversión, que él había sugerido, se iba a la mierda, me volví loco. Lo fui a buscar hasta la casa de tan enojado que estaba.

Él se sorprendió cuando lo agarré saliendo en el auto. Confesé que sabía dónde vivía porque lo seguí con la moto hasta la casa después de una charla, aunque era a cincuenta kilómetros de la mía.

Le hice tal escándalo que tuvo que bajar del auto para hablar conmigo, ahí en pleno Puerto Madero. Yo seguía gritando escandalizado, pero él me calmó con una mano. Me invitó a hablar adentro de su auto. Absolutamente polarizado, no se veía nada desde afuera. Y había mucho perfume adentro.

—Me quedé sin un dólar —reconocí casi llorando adentro de su nave.

—Está bien. Son cosas del mercado. Se puede ganar o se puede perder —contestó el Gambler, sereno.

—Sí, pero vos dijiste que pusiera la guita ahí —y lo señalé con el dedo.

—Es que esa es la lección: el mercado es un mundo de tiburones. Nunca confíes del todo en nadie. Yo, por ejemplo, aumenté mi riqueza con la misma inversión que vos. Solo que salí antes. Es así el mercado, Joaquín…

—Martín —lo corregí.

—Martín. Digo, o sea, vos tenés que analizar todas las variables. Y eso es justamente lo que yo doy en mi curso avanzado. ¿No hiciste el curso avanzado, verdad?

Negué con la cabeza.

—Claro. Ese es el problema. Anotate. Son diez clases a quince mil dólares nada más. Y ahí aprendés todo.

Menos mal que él sabe de todas estas cosas. Aunque sea un profesor un poco duro, me gusta saber que puedo aprender más de él y, ojalá, algún día, ganar plata así. El curso empieza mañana mismo.

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