416. Buena vecina

30 de enero de 2025 | Enero 2025

Tenía aliento a vino la señora cuando la enganchó, en la puerta de calle del pasillo de los departamentos, a Luna, la vecina nueva, joven y linda, que recién acababa de mudarse. Todavía no se había cruzado con los vecinos, solamente un chico que salía le había abierto la puerta la noche anterior, cuando ella salía a buscar las empanadas que había pedido, pero no había dicho nada.

—¿Vos sos la chica nueva, nocierto? —le preguntó la señora, que también tenía los dientes un poco morados.

—Sí, ¿qué tal? Soy Luna, la del tres —contestó Luna con una sonrisa y la bolsa de las compras colgando del hombro derecho.

—Romi. Romualda, en realidad, pero me dicen Romi —dijo la señora como resignada y después sonrió—- Contame, corazón, ¿conocés a alguien acá?

—No, todavía… todavía nadie —lamentó Luna con la mirada.

El semblante de Romualda se enserió en un instante. Agachó algo la cabeza y la convocó secretamente con la mirada.

Luna, que sentía la bolsa de compras algo pesada, se acercó con su mejor sonrisa.

—Tené cuidado con ésta del primero —señaló Romina, señalando para adentro del pasillo con una mano entera—. La negra patasucia de acá, esta vende droga. Estoy segura. Andan todo el día abriendo y cerrando la puerta acá. Seguro vende.

—¿En serio? —se preocupó Luna y se alejó para mirarla directo a los ojos y para respirar aire que no tuviera olor a litros de vino y cigarro.

Romualda asintió con los ojos cerrados y la boca apretada. Después, la convocó a un nuevo secreto.

—Y allá, al fondo, hay un brasilero sucio. Todo el día quilombo, cerveza, música. Eso sí, vos vas a ver que tiene buen cuerpo, porque hace todo el día caipi… caipieira, algo así. Pero cuidado con ese. Yo ya tengo una causa, y una perimetral con ese.

—¿En serio?

—Sí, si el otro día estaba… con una pendeja y gritaban. ¿A vos te parece? —dijo Romualda y se pasó una mano por la cara, como limpiándose el sudor.

—No, claro, terrible —contestó Luna, todavía conteniendo la respiración.

—Sí. Así que… cuidate, nena, haceme el favor —dijo Romualda casi como una advertencia.

—Dale. Gracias, Ro… Romi. Nos vemos, hasta luego —dijo Luna ya alejándose como para seguir camino a su casa.

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