409. Chanta suelto, perro atado

23 de enero de 2025 | Enero 2025

Este año, como paso previo a la idea de tener un hijo, o eso supuse yo, con mi novio buscamos un perro. Adoptamos a Neptuno (Facu es fanático de los planetas y esas cosas, así que el nombre lo propuso él) y lo trajimos a vivir a nuestro hogar. Un cachorro liero como pocos, que de tanto despelote que armó en la casa y la terraza hasta me quitó las ganas de, algún día, ser madre de una criatura.

La cuestión es que, para las vacaciones, se nos complicaba dejarlo con alguien. Yo soy de un pueblo, así que mi familia vive lejos y la de Facu es de acá, pero viven en un departamento. Averiguamos pero nuestras amistades tampoco podían o querían cuidarlo.

Entonces no quedó otra que buscar una guardería para Netu. Y ya sabíamos que algunas son bastante malas, como que a los perros los dejan encerrados o los tratan mal y cosas así.

Hasta que encontramos la guardería de Toti, un vecino de la zona, que mostraba en sus redes que los perritos andaban sueltos, jugando, que dormían juntos, que le daban a cada uno su alimento. Felices, digamos.

Coordinamos una visita para ir a ver el lugar y Toti nos contó que él se dedica día y noche a los perros, que les juega, les da amor, que si había alguno peleador tenía todo un espacio también grande y cómodo para separarlo. Que su filosofía era esa: perros libres y contentos. El precio era caro pero estaba bien para un servicio tan atento.

La despedida de Netu fue muy emotiva. Lo abrazamos mucho y nos relajamos cuando vimos que jugaba con otro cachorro que andaba por ahí. Eran apenas dos semanas. Dejamos el alimento que le correspondía y vimos que Toti anotaba en la bolsa con marcador indeleble «Neptuno».

En el aeropuerto nos enteramos que la línea aérea, una low cost, acababa de cancelar nuestro vuelo por tiempo indefinido porque no sé qué problema tenían que no supieron explicar. Eso sí, nos aseguramos de que nos iban a devolver todo nuestro dinero.

Pudimos arreglar rápido en nuestros laburos para que reacomodaran nuestras vacaciones en otro momento, total nos íbamos a camping con mochila, no teníamos reserva.

Y nos fuimos a buscarlo al Netu ni bien dejamos las cosas en casa. Llegamos sin avisar y no se escuchaba nada al otro lado del paredón. Raro para tener más de veinte perros ahí. Tocamos el timbre y se escuchó la voz de Toti, que ya saludaba como si llegara un amigo y abrió sin preguntar quién lo llamaba.

Vimos que en el jardín no había ni un solo perro. Facu no se avivó rápido pero yo vi que Toti se ponía todo nervioso y al toque arranqué como loca porque me di cuenta que era todo chamuyo. Con un par de preguntas rápidas le hice pisar el palito.

Me mandé para adentro de un empujón. No era tan difícil de enfrentar, era un Claudio María Domínguez cualquiera en tamaño y actitud, así que ni se plantó. Además, Facu ya estaba también cabreado y es bravo.

Encaré para la parte que no nos había mostrado de su casa y ahí vi a todos esos perritos que antes salían a correr, jugar, libres y felices, en jaulas. Diminutas jaulas donde los perros grandes apenas si cabían.

Soltamos a todos los perros para que salieran al jardín, encerramos a chanta de Toti en una jaula, le sacamos el celular y empezamos a llamar a los dueños. Más trucho ese Toti. No hay que creerse todo lo que se dice.

Compartí este pasquín

¿Querés recibir un correo electrónico con los pasquines que se publican en el blog?

Suscribite completando tu nombre y correo electrónico.

Loading

Importante: Te va a llegar un email que tenés que abrir para confirmar tu correo.