400. Obediencia financiera

14 de enero de 2025 | Enero 2025

«¿No sabés qué hacer de tu vida pero querés evitar ser un perdedor como el choto de tu viejo que va a trabajar todos los días y no puede comprarte las Adidas y el iPhone cuando se lo pedís? Anotate en el curso de International Monetary Investments y empezá a generar tu propia riqueza ahora mismo». Así invitaba el anuncio que Nicolás Bosco encontró en redes y lo convenció de poner lo poco que tenía juntado en la timba financiera.

Lo hizo prácticamente a escondidas y sin consultarlo con sus padres porque, aunque los consideraba perdedores, no quería mostrarles el video que lo decía tan violentamente. Además, sabía que a ellos no les gustaría la idea y tratarían de convencerlo de no invertir.

Todos sus ahorros no llegaban a los mil dólares. La mayor parte provenía de regalos de sus padres, otro puñado se lo había dado su abuela en la última navidad, y el resto, de la herencia del abuelo, que su madre había decidido compartirle.

Dos días después de toparse con el anuncio, Nicolás hizo la inversión de su vida al anotarse en el supuesto curso. Tenía un instructivo, un canal de consulta, y la mitad de lo abonado disponible para invertir.

En teoría, su mitad podía recuperarse del sistema con solamente un click en el botón de «retirar dinero», lo cual le dio tranquilidad a Nicolás en un primer momento.

Una semana después de haber depositado su capital en la cuenta de inversiones y de haberlo aumentado en apenas un par de dólares, la aplicación le sugirió invertirlo todo en una empresa propia de International Monetary Investments.

Nicolás no quería invertir en esa empresa. Le parecían más solventes y mejor apuesta los gigantes tecnológicos. Intentó no hacer caso a la sugerencia, pero la aplicación bloqueaba cualquier operación que no fuera la sugerida.

Probó una, dos, tres veces. Reinició su celular, quiso hacerlo desde la computadora, incluso desde la de un amigo. No hubo caso. No había manera de invertir sin que fuera en esa empresa.Finalmente, accedió a la sugerencia y esperó que los sabios que le daban las herramientas tuvieran razón.

Pasaron unos días y vio que la empresa caía en su rendimiento a pique y, con ella, todos sus ahorros. Le daba vergüenza tener que decirle a sus padres lo que había hecho y sentirse aún más perdedor que ellos.

Intentó, desesperado, retirar lo poco que quedaba de su dinero, pero el botón de retirar fondos seguía bloqueado, mientras la aplicación sugería invertir aún más, para aumentar las ganancias ante un futuro e improbable repunte.

De tan frustrado e idiota, Nicolás terminó rompiendo su celular y su computadora después de revolearlos varias veces contra la pared de su habitación.

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