El director del programa contó la cuenta regresiva igual que todas las tardes, aunque en el ambiente se sentía una tensión extra, propia de un programa cargado de condimentos especiales que obligaban a que todo sucediera a la perfección.
—Estamos al aire —anunció el director mientras sonaba la cortina de siempre.
—¡Muy buenas tardes! En un lunes espectacular, sean bienvenidos a una nueva emisión de Chimentos en el Espectáculo —saludó Gerardo Rivera—. Hoy tenemos una sorpresa enorme pero, antes, quiero saludar al panel. ¿Cómo andan mis demonios?
—Hola Jerry, hermoso, te amo —saludó una rubia.
—¡Buenas tardes a todas! —gritó otra, un tanto exagerada.
—Bienvenidos al mejor programa de la historia —saludó un tercer panelista, con una mano alzada.
—Así es, Richi, hoy estamos en el mejor prohtama de la historia porque vino a visitarnos nada más ni nada menos que… ¡el presidente! —anunció Rivera con un grito
Las luces cambiaron de color y bailaban mientras el presidente ingresaba al piso vestido de traje y con una carpeta bajo el brazo. Gerardo Rivera fue a buscarlo y lo acompañó hasta un asiento.
—Muchas gracias por venir, presidente. Sabemos que usted tiene mucho interés por el mundo del espectáculo.
—Hola Gerardo. Gracias a vos por imvitarme a tu programa. Es como decís, siempre dije que si no fuera presidente sería periodista de espectáculos.
—El honor es nuestro. Me dijeron que trajiste mucha información, ¿es real? —preguntó Gerardo.
—Sí, o sea, mandé a mis muchachos de inteligencia a averiguar algunas cosas. Tengo información sensible que va desde la pareja del momento hasta el último romance político entre personas de partidos opuestos.
—¡Uy, pero qué interesante se vino el presidente! —celebró Gerardo Rivera.
—La primer noticia que te quiero dar es que una obra que esperaba ser un éxito rotundo está fracasando. Butacas vacías, mala crítica…
—Y la fuente es súper confiable, entonces —acotó la rubia, a la que solían cuestionarle su información.
—Mis servicios no dejan escapar nada —contestó el presidente, serio, y un instante más tarde respondió enojado—. ¿Me estás acusando de algo? Mirá que de todos ustedes también, digamos, tengo cosas…
—Nuestra primera regla es que no se habla de la gente que está presente —contestó la panelista y Rivera debió pedir una tanda.
