Me llegó la consulta esta que hizo creo que el ministerio, no vi bien la firma, para que la vuelta al cole de Luqui y Viole se pasara unas semanas más adelante. Decían que la idea era extender las vacaciones de verano porque justo caen unos feriados y, si no se volvía antes al cole, la gente podía quedarse vacacionando una quincena más. Algo así, la leí por arriba.
Cuando terminé de leerla, entre todo el quilombo que hacían los pendejos en el living jugando a no sé qué pavada de los avengers o una cosa así, casi me muero. Creo que empecé a gritar desde la cocina «¡no, Dios, por favor, no!».
Desde que terminaron las clases y esas actividades pedorras que la escuela arma en diciembre que vengo pensando cómo hacer para manejar a estos pendejos.
La primera semana me las arreglé entre las tías, las abuelas y alguna vecina que se copó para juntarlos a jugar un rato con los suyos. Eso a la mañana. Ni bien llegaba del trabajo, era mi turno.
La segunda semana tuve que recurrir a una niñera y algún que otro día que me tomé en el trabajo (sin cobrar, por supuesto), y también la tía Sofi que me bancó un día después de clavarme tremenda cara de orto porque, a diferencia de la niñera, ella no cobraba.
Tenía razón, pobre Sofi, pero bueno… esto es así: el amor paga con amor a futuro. Luqui y Viole el día de mañana le van a reconocer todo eso. Espero.
La tercera semana, con todo el tema de las fiestas, todos fingimos demencia y los chicos, de alguna manera, se cuidan solos. Los regalos de Papá Noel tienen ese efecto mágico que hace que se entretengan mil horas de corrido entre tal juguete y tal juego mientras una agradece que no les llegó una pelota o algo que rompa todo el departamento.
Después de año nuevo, el salvavidas es la colonia que, si fuera por mí, dura las veinticuatro horas del día durante dos semanas.
Eso hasta que llegan las vacaciones, esa quincena de mierda en la costa que ay, Dios mío… fijarse que no se vayan lejos, que no se metan tan profundo como para ahogarse pero no tan poco como para que después digan que una les provocó miedo al mar, que tengan algo para jugar porque leer y tomar sol no les alcanza, que esto y que lo otro…
Cuando termina ese calvario y vuelvo a mi ciudad de mierda lo primero que quiero es dejar a los pibes en la escuela. Es eso o abortarlos aunque ya hablen, corran, midan un metro y no sé qué más. La respuesta es no. Abran las escuelas ahora mismo.
