—Bueno y ahora estamos para conversar sobre el partido con el defensor y capitán del equipo local, Alejo “Coronel” Limardo. Bueno, Alejo, dura derrota —introdujo la periodista desde el campo de juego, algo alejados de la tribuna, tanto ella como el jugador, por temor a ser interceptados por alguno de los tantos objetos que arrojaba la hinchada.
—Sí, la verdad que sí. Trabajamos muy duro para enfrentar este partido y, la verdad, cerrar el torneo con nuestra gente dejando esta imagen nos deja un sabor amargo, sin dudas —el Coronel contestaba paseando su mirada por la tribuna—. Pero también hay que decir que, en este fútbol, es cada vez más difícil hacer un buen papel.
—¿A qué atribuís la derrota principalmente? —preguntó ella.
—No, bueno… ellos fueron superiores en el campo de juego. Es una circunstancia. Son cosas del fútbol, que a veces te pasa que es un mal partido, y que ellos tienen jugadores muy jóvenes que… tampoco tienen códigos. Pero, además, no sé si viste, que el Pelado en un momento se pinchó. Y ahí nos quedamos sin cambios, con uno menos todo lo que quedó del partido.
—¿Por qué decís que no tienen códigos?
—Porque, ante todo, somos colegas. Y ganar un partido, por goleada, se puede. Pero quince goles es demasiado. Llega un punto que tenés que empezar a jugar para atrás, perder tiempo, tocar a los costados… no sé, cualquiera sabe cómo es esto —la miró a la periodista mientas negaba con la cabeza—. Nosotros también somos profesionales y es demasiado esto.
—Estaban circulando por las redes sospechas de que ustedes se habían dejado ganar, o incluso que habían participado en apuestas que marcaban un resultado así.
—Eso es una locura —negó el Coronel apretando los músculos de su rostro—. Son pavadas que se dicen, pero no es así. Yo intenté marcarlos a estos pibes, pero son muy ágiles además de jóvenes. Lo que hicieron es hasta inmoral y de mal gusto.
—¿Qué le dirías a los hinchas que están enojados por este resultado, que es récord en la historia del fútbol profesional semejante goleada?
—Bueno, que el fútbol es así. Que a veces te da, a veces te quita —contestaba el Coronel con los hombros levantados—. Que sepan que a nosotros nos duele igual que ellos, y que vamos a estar haciendo, igual que siempre, lo mejor para revertir la situación. Que no nos abandonen porque también dependemos de ellos.
—Muchas gracias, Alejo —saludó la periodista.
—Por favor, muchas gracias a vos. Y, dejame mandar saludos, a mi primo que hoy cumple años. Un abrazo, Toto, hoy a la noche hacemos un picadito —sonrió el Coronel a la cámara.
