Qué ganas de que llegue el calor, de ponerme una bikini y tirarme a tomar sol en la playa. A esta altura no es un deseo, es una necesidad. Me vine a vivir a Mar del Plata hace casi un año; al pedo. Solamente tres o cuatro días de sol pleno y temperatura ideal para ir a la playa. El resto, una cagada.
Claro que para la playa no es lo único que importa el sol. Porque el sistema funciona solamente si el sol calienta y obliga, después de quemarse un rato, a meterse al mar, que también tiene que estar agradable. No como el mar congelado de mierda que hay en este país.
Yo que me vine con la ilusión de revivir esos días tan felices con mi familia, cuando veraneábamos en la costa y todo era ideal.
Me acuerdo de cuando, ya grande, conocí las playas de Brasil. Ahí sí, Dios bendito, las cosas funcionan como se debe: calor casi todo el año, agua linda y encima, para la vista, cuerpos más estéticos que los que se pueden encontrar acá.
Por eso me metí a colaborar con Argenwarming, un proyecto impulsado por gente como una, que busca que el país tenga mejores condiciones para… la vida, qué sé yo. Calor, playa, agua turquesa.
Porque también nos merecemos eso. Yo sueño con que algún día seamos como el Caribe. Y para eso, lo que hay que hacer, es generar este cambio climático necesario.
Desde Argenwarming se impulsan un montón de cuestiones como, por ejemplo, sacar bosques nativos. Es ideal, porque, no solamente hacen que este país sea así de frío, sino que además limitan la producción agraria o la construcción de proyectos inmobiliarios.
Con este proyecto puedo contribuir a que se generan las playas que me gustarían a mí, y también ayudo a que venga más turismo a nuestra costa.
Y, para los que dicen que soy frívola, les aclaro que siempre pienso que, de esta manera, la gente de la calle no va a tener tanto frío en el invierno. Es más, hasta en una de esas pueden conseguir un trabajo en alguno de los tantos hoteles o balnearios que puedan armarse.
