Con esa materia me recibía de licenciado en ciencias políticas. Para ese me había dejado esa sola materia a propósito, para llevarlo tranquilo, y festejar todos los días que cada vez faltaba menos para el título. Festejar tranqui, salir de clases y quedarme tomando birras en el patio, solo o acompañado, hasta que me echaran.
El trabajo final era en grupos de a cuatro personas, donde teníamos que analizar la aplicación de un modelo económico a elección, en un suceso puntual, del país que quisiéramos. Nosotros elegimos la influencia del FMI en el 2001 argentino.
En mi grupo todos sabían que me recibía con esa materia; me había encargado de no quedara nadie sin enterarse. Es más, salvo a un par, todos se habían quedado a tomar una birra conmigo en el patio después de clase, y yo siempre brindaba por mi título antes del primer sorbo.
A la clase de la entrega de notas fui habiendo fumado un fasito y tomado una birra antes de entrar. Y ya incluso había pensado cómo seguiría de joda con los amigos que me iban a buscar ese día en la puerta de la facultad.
—Gutiérrez, Soto, Porta y Zalduendo, tienen un ocho —empezó la profesora—. Biglieri, Estévez, Llanos y Taboada tienen un diez. Muy buen trabajo, chicos, se lo recomiendo a todos si quieren pensar el proceso de China en el mundo…
“Bla, bla, bla. Me chupa los dos huevos China”, pensé yo mientras la profesora seguía contando ese trabajo. Es que ya tenía la ansiedad por las nubes. Quería escuchar que dijera “Martinelli, siete”, y saltar de felicidad en mi asiento.
—Andrada, Capra, Martinelli, Ochoa: uno —dijo la profesora, con una voz profunda.
—¿Cómo? —me sobresalté.
—Si les parece, quédense los cuatro al final y lo hablamos —sugirió.
—No, ¿cómo? Yo con esta materia me recibo, y presentamos un trabajo completo, lo pensamos en conjunto, y me parece que está bastante bueno, incluso —me defendí, aunque no lo había leído todo. Me pongo colorado cuando hablo en público, más ahí que estaba alterado.
—Bueno, lo voy a decir ahora así también le sirve a los demás. El trabajo tenía una parte de plagio de un documental de Bercovich sobre la crisis de 2001, Martinelli. Su supuesto trabajo de campo tiene entrevistas a Duhalde, Ruckauf, Wado de Pedro. ¿Se piesan que soy boluda? Esto es la facultad, les debería dar vergüenza. Hasta pusieron una declaración de de la Rúa como si fuera actual y está muerto hace cinco años… —se indignó la profesora.
Mi coloración facial aumentó, al punto que parecía que me sobraba sangre en la cabeza, casi a punto de reventar. El forro de Ochoa había puesto esas entrevistas como si fueran nuestras, cuando ya habíamos hecho otras, a personajes de menor relevancia, como un diariero de Plaza de Mayo.
Ya me caía mal porque era medio facho, pero no sabía que también era vago. Y cagón, porque se escapó corriendo para que no lo agarrara a bifes después de hacerme perder el cuatrimestre al pedo.
