La guardia estaba más llena que nunca. Hasta el asignador de turnos, aunque fuera digital, se había agotado. La recepción había mandado a comprar varios rollos de números de cuatro colores diferentes, cosa de mantener algún orden. Pero, de tanta gente, parecía como si hubiera una misa ricotera.
A cada número que se llamaba, se armaba un pequeño pogo entre la gente hasta que, frente al pasillo de los consultorios, aparecía el paciente (nunca mejor dicho) invocado. En un momento, para ahorrarle el trabajo a la gente de limpieza, salió un médico a la sala de espera a explicar cómo realizar un torniquete con lo que tuvieran a mano las personas heridas.
Cuando tocó el turno de Noelia, ella se trepó sobre la muchedumbre que esperaba de pie y avanzó reptando por encima de las cabezas y hombros de esa masa de carne sangrante hasta la puerta de consultorio.
—Buen día, doctora —saludó, quince minutos después de que la convocaran, cuando entró en el consultorio.
—Buen día —saludó la médica y la miró—. Otra más…
—Otra más —afirmó Noelia con una sonrisa triste y estiró su pierna con el torniquete ya hecho a la altura de la ingle.
La doctora la revisó y, luego de limpiar la herida, utilizó una pinza para sacar el colmillo enterrado en el muslo de Noelia.
—Recién va un día de haber soltado a los perros éstos y ya no damos abasto —lamentó la médica—. ¿Dónde te agarró?
—Estaba por entrar al supermercado en la avenida, de repente hubo un revuelo, y en un segundo aparecieron los perros y entraron a morder a cualquiera, así nomás. A un pibe, pobre, lo destrozaron. No sé si estaba haciendo algo malo, o qué, pero no quedó bien…
—Me imagino. Hasta chicos agarran… ¿Arde?
—No… —contestó Noelia y aspiró rápido para contener el ardor—. Yo sé de una nena que se la llevaron. La cazó uno y chau. No la vieron más.
—Ay, no —la doctora se tapó la boca del miedo—. Después dicen que es depende de cómo los crían…
—Sí, claro. Los que dicen eso no entienden para qué están preparados estos perros. A lo mejor, se puede criarlos distinto, pero no sé. Son de terror, muerden al voleo. No solucionan nada.
