Ni bien pisó el escenario, Fabricio intentó ejecutar el monólogo con una mímica y una suerte de baile ejecutado con la destreza digna de un elefante. Sin embargo, él sabía que lo estaba dando todo, y creía que en ningún ensayo le había salido tan bien. Cuando terminó, escuchó risas.
—Bueno, Fabricio… Lucero —Paola, directora del casting había frenado para cotejar su apellido en la planilla—. Te dejamos terminar tu performance nomás porque nos parecía divertido ver un viejo ridículo en el escenario, pero nosotros tenemos que armar un gobierno, esto es más serio. Político —asintió como si resumiera el papel requerido.
—Pero la convocatoria decía “circo”, ¿o no? —preguntó Fabricio, desencajado, en el escenario.
—Exactamente. Necesitamos gente que tenga capacidad de desenvolverse —contestó Paola mientras aleteaba un brazo en círculos a su derecha— en este circo de la política, Fabricio.
—¿Y por qué no buscan directamente políticos? —preguntó Fabricio.
—Porque son casi todos de la casta, o ya tienen plata. No se van a querer meter… Fabricio acá hay un tema. Sos el único que tiene un currículum con antecedentes de actor, que es lo más importante que buscamos, pero viniste disfrazado de payaso. Hasta yo me disfracé de diputada para venir a hacer el casting hoy.
—Me puedo ir a cambiar y vuelvo —sugirió Fabricio con un pulgar apuntado hacia su izquierda—. Y hago un monólogo de Menem: éstas naves espaciales van a salir de la atmósfera, se van a remontar a la estratósfera… —imitó al ex presidente hasta ser interrumpido.
—No, no. Está bien, gracias. Me parece que no querés participar de nuestro circo, Fabricio. No querés ser gobernador.
—¿Gobernador? —a Fabricio se le iluminaron los ojos—. Siempre quise ser gobernador; mi papá decía que algún día lo sería.
—¿En serio?
Fabricio asintió, esperanzado.
—¿Y cuánto tenés para poner en la campaña? —preguntó Paola después de una pausa meditada.
—Treinta millones de pesos.
—Bueno, estás adentro.
—¿En serio? —Fabricio no podía creer lo que escuchaba.
—Sí, qué sé yo, total no vamos a ganar —Paola se encogió de hombros—. Pero ya te tenemos bien considerado para la próxima.
