Que el club San Antonio no se quejara aquellas ocasiones en que los equipos visitantes maltrataban el vestuario, podía ser un error de ellos, pero de ninguna manera habilitaba al equipo de juveniles de básquet del Deportivo La Esperanza a reventar, pólvora mediante, los inodoros y bachas. No solamente de los vestuarios visitantes, sino cada loza, porcelana, cerámica que encontraban en el club. Desde San Antonio enviaron una factura y avisaron que no permitirían entrar a La Esperanza hasta que no se abonara.
Era evidente que el Deportivo La Esperanza era responsable por los daños, pero puertas adentro se había comenzado una investigación para determinar los culpables del hecho. En cuestión de pocos días, con tremendo revuelo entre los socios, se filtró un video donde cuatro miembros del equipo hacían sus fechorías.
En poco tiempo, la condena del conjunto de los socios a esos chicos creció al punto de que no podían entrar al club sin recibir insultos o rechazo por parte de los demás. La opinión mayoritaria exigía su expulsión.
Entre ellos, Lucho Carmona, que aparecía en el video colocando explosivos en todo el vestuario visitante, fue el primero en querer despegarse de todo. Primero, con un posteo en redes, en el cual reconocía haber formado parte de los destructores, pero decía que él no había querido hacerlo. Incluso afirmó que había sido organizado por Tadeo López.
Al día siguiente, como para poner fin a la situación, la dirigencia convocó a una reunión con el equipo entero, antes de comenzar el siguiente entrenamiento.
Cacho Alzamendi, el presidente del club dio toda una introducción de unos veinte minutos en la cual explicó cómo funciona y se financia un club de barrio, lo que cuesta el día a día y que solamente el amor de los socios lo hace estar en pie. Luego, acusó a los cuatro involucrados en los hechos de haber sido casi delincuentes.
—¿Alguno quiere decir lo que piensa? —dio pie a las respuestas de los jóvenes.
—Eh… yo — tímido, Lucho Carmona levantó la mano—. Es verdad que participé, se ve en el video, no lo voy a negar. Pero… también sé que tengo la conciencia limpia, porque yo no fui el que ideó todo esto. Fueron Lucas, Juan y Tadeo. Yo solamente me sumé. Miren, tengo acá las capturas del chat —y levantó un celular como para exhibirlo a quien quisiera.
—Ajá, bueno —contestó Cacho Alzamendi—. ¿Te obligaron a hacerlo?
—Y… no, pero… No sabía que íbamos…
—¿Qué? ¿No sabías que el video se iba a filtrar? Mirá, Lucho, mejor, antes de que la embarres y te quieran lastimar tus secuaces, andá yendo. Estás expulsado del club —cerró Alzamendi, duro, pero con la moral intacta, y siguió aleccionando a los demás.
