253. País adulto

20 de agosto de 2024 | Agosto 2024

Esa tarde, cuando Benjamín volvía de la escuela con el sol abrigándole la cara del frío que hacía, sintió que se animaba, que era el día indicado. Hasta ese momento no había tenido el coraje para decirle a su padre lo que quería de regalo para el día del niño. Tampoco a su madre; en buena medida porque ella tenía la respuesta automática de que todo lo que él pedía era demasiado caro para ella. Benjamín ya sabía qué ventanilla golpear.

Pero algo no cuajaba desde su perspectiva: año a año eran sus padres quienes le preguntaban qué quería de regalo; ahora faltaban pocos días y ninguno siquiera amagaba a la pregunta. “Será por la crisis”, se consolaba él, que escuchaba a sus padres quejarse de la situación económica. Veía que trabajaban más que antes y les costaba más.

Ese día, con el sol de frente, se sintió ganador. Imaginó toda la situación: papá Flavio mirando la tele y él, con una buena nota en matemática y pocos retos los últimos veinte días, diría en una oración lo que esperaba recibir y Flavio contestaría que sí, que era una buena idea y bien merecido lo tenía.

Pero no. En principio porque el humor de su padre no estaba tal cual lo planeado, sino mucho más ofuscado que en los días malos, se lo notaba preocupado. Además, no estaba tranquilo, sino en medio de una discusión intermitente con su esposa, a los gritos, desde distintos lugares del departamento.

—Eh… papi… —a Benjamín apenas se le oyó la voz.

—¿Qué querés, Benja? —contestó sin mirarlo—. ¡Y fijate la próxima lo que tenés ganas de hacer así arreglamos antes y no nos fumamos tu boludez! —gritó a su esposa.

—Ya sé lo que… ¿Viste que me saqué un ocho en matemática? —hizo su mejor sonrisa.

—Ah, bien. Tenés que estudiar más, que se nota que así te va mejor —lo aleccionó con una mueca poco agradable.

—Sí… Te quería decir que ya sé que quiero para el día del niño.

—Una pala —contestó Flavio, serio, mirando la pantalla en el living.

—¿Una pala? No… Eh…

—Y sí, Benja, ya tenés diez, no sos más un niño. Ya está. A trabajar. ¿No viste lo que es el mundo? Ahora es como era antes, hace como cien años, y las personas de pocos añoz pueden volver a trabajar como corresponde. Eso de la infancia, la adolescencia… eso era de mi época, pero ya no corre más. Así que, si querés la pala, te la regalo. Si no, bueno, te buscamos algún trabajito el año que viene en una fábrica de fósforos, de bolsas, una cosa así.

Y Benjamín se esforzó para ocultar la desilusión.

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