248. Pecados anteriores

14 de agosto de 2024 | Agosto 2024

Mateo, de once años, se acercó con cautela a la cocina, para asegurarse de que no hubiera nadie. Los grandes estaban en el comedor, charlando. Desde ahí no podían verlo pasar, a no ser que prestaran especial atención al metro de pasillo que llevaba a la cocina. Él podía pasarlo fácilmente en un menos de un segundo. Solamente debía tener cuidado con la fuente de boloñesa, todavía tibia.

La recogió contra su cuerpo, y pasó por delante del comedor dándole la espalda a los grandes, cosa de ocultarles la fuente delante de sí. Y lo logró. Se le dibujó en el rostro esa sonrisa de diablo que le brotaba sola cuando hacía maldades.

Las medias le amortiguaban los pasos; un ninja en su propia casa. Se acercó hasta la habitación donde su hermana Sol, de ocho años, jugaba con las hijas de los invitados. En un instante abrió la puerta, dio un salto, y dio vuelta la fuente encima de la cabeza de Sol.

Ella armó tremendo escándalo en su griterío plagado de insultos, al mismo tiempo que revoleaba golpes al aire que Mateo cubría con la fuente, ya vacía, mientras se reía. Las otras niñas se habían levantado y arrinconado contra la pared, para evitar cualquier contacto con la salsa.

En eso entraron Luana, madre de Sol y Mateo, y Rita, madre de las invitadas, en estado de alarma total ante esos gritos. Rita se relajó cuando vio que no se trataba de sus nenas, aunque fingió encontrarse con una escena criminal para acompañar el sentimiento de su anfitriona.

—¡Pendejos de mierda! ¿Qué hicieron con la salsa la re putísima madre? —gritó Luana, desencajada.

Mateo se escapó rápido por la puerta, aunque ya lo habían visto en el lugar. Su escape no le garantizaría impunidad y lo sabía. Mientras tanto, Luana le dedicó los peores minutos de su enojo a Sol, que lloraba desconsolada, y repetía que ella no había sido.

—Lu, capaz que fue Mateo, como dice Sol, ¿no? —se metió Rita.

—Bah, es lo mismo. Ésta también se lo merece. El otro día rompió un vidrio jugando a la pelota acá adentro, la pendeja, y casi no la reté. No, no. Quedate tranquila que ya sé que esta vez no fue ella. Pero, igual… no le viene mal que cada tanto le tiren una boloñesa encima y que yo le pegue un par de gritos.

Y continuó con el reto sobre Sol unos minutos más, antes de pedir unas pizzas.

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