227. Caída

25 de julio de 2024 | Julio 2024

La luz me encandilaba. No se veía nada alrededor más que luz, como si estuviera en medio de una nube saturada de sol. Sonaba un pitido ensordecedor al punto de casi hacer doler los oídos, pero en cuestión de pocos segundos aflojó su intensidad hasta terminar en un silencio vacío propio de una pecera. Desde ese ambiente, con los ojos apenas entreabiertos, mientras buscaba en vano algún objeto de color con la mirada, escuché:

—Ah, ya se despertó —la voz era tranquila, pero no tenía rostro—. ¿Cómo se siente?

—¿Quién…? —quise preguntar quién me hablaba, pero no me salió: me desconcertó que mi voz sonara extraña.

—Debe ser el efecto de la anestesia —contestó la voz—. La operación fue un fracaso. No pudimos vencer la enfermedad —sonaba omnipresente, sin poder definirse una dirección de procedencia.

—¿Qué enfer…?

—Queda una sola posibilidad —me interrumpió la voz—. No existe seguridad respecto del resultado… pero, en caso de fracasar nuevamente, tampoco sería un grave problema. Usted iba a morir de cualquier manera.

—¿Morir? —me exalté y abrí los ojos. No duré así más que un instante y volví a cerrarlos.

—Sí. Digamos… Si el intento resultaba, a lo mejor, se solucionaba el problema durante un tiempo. Pero, como le dije, no funcionó y solo queda probar el salto.

De pronto, sin siquiera sentir algo que tocara mi cuerpo, una fuerza me hizo caer al vacío. Me tomó el cuerpo un vértigo brutal que me arrastraba de espaldas entre la luz hacia la nada. La caída no cesaba, a tal punto que unos minutos más tarde, mi cuerpo pareció acostumbrarse a la sensación, hasta que sentí un crack, y la voz completó:

—Otro fracaso…

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