164. Castigo ejemplar

23 de mayo de 2024 | Mayo 2024

—Tienen que disculparme. Es que… —Manuel buscó las palabras exactas, sentado en la mesa del comedor— a veces, los papás somos muy severos con el castigo, pero es porque queremos lo mejor para ustedes. Además, un poco se lo merecen también por lo que hicieron. A lo mejor no estuvo bien darles cero pesos por meses para que hagan sus cosas, capaz que a adolescentes como ustedes les afecta. Y también sé que se perdieron muchas fiestas con amigos y cosas así por no dejarles salir. Pero bueno, quería que me entiendan que… si se portan bien…

—Pero no te estábamos robando, papá. Era plata que nos correspondía a nosotros en la mensualidad, nada más —contestó Agustina.

—No, si esa plata ya se las había dado a principio d… —retrucaba Manuel hasta que su esposa Fiorella interrumpió.

—Amor, voy a comprar unas zapatillas, ¿te traigo un par?

—Eh… Pasa que quería probármelas antes —dudó Manuel.

—Bueno, yo te traigo y si no te gustan las tirás, qué tanto problema —contestó ella, excesivamente arreglada—. Escuchame, traigo helado también, ¿querés? ¿Un kilito para cada uno?

—Dale Fiore. Gracias hermosa; elegime bien los gustos esta vez, eh —la señaló e inclinó la cabeza con una mirada cómplice. Una vez que su esposa salió, continuó la charla con sus hijos—. ¿En qué estaba? Bueno, ustedes se la mandaron robándome. Eso. Pero no pasa nada, porque ahora los quiero perdonar y pedirles también disculpas a ustedes.

—Dejarnos sin comer el fin de semana entero fue mucho —contestó, serio, Ezequiel—. A tu amante le das un montón de plata y a nosotros, nada.

—No metas a Silvina en esto —Manuel levantó la voz y le paró el carro—. Ella fue la que nos prestó la plata que ustedes me robaron a mí, gracias a ella estamos bien.

—Que no te la robamos, papá —se indignó Agustina.

—Bueno, bueno. Pero por eso les digo: ahora podemos hacer las paces, aprovechemos que nos vamos unos días a Córdoba para llevarnos bien, divertirnos… ¿les parece?

—No, pa… nosotros no vamos a ir —contestó Ezequiel algo timorato—. Hablamos con mamá estos días encerrados y nos dijo que, si no queríamos, no fuéramos.

—¿Eh? ¿Qué decís? Pero si estamos haciendo las paces…

—Vos solo estás haciendo las paces —sentenció Agustina y se echó hacia atrás por miedo a que Manuel le revoleara un manotazo. Ya sabía que podía volver a quedarse sin comer dos días.

—Listo, se cancela la escapada a Córdoba —dijo Manuel después de unos segundos en silencio y dejó caer con violencia las dos palmas de sus manos sobre sus muslos antes de levantarse y acomodarse el pantalón—. Perfecto, chicos, quedamos así —la mandíbula empezó a endurecerse hasta que lo último que dijo fue con los dientes apretados—. Ya van a ver, hijos de puta. Hoy tampoco cenan —y cerró la habitación de un portazo.

Compartí este pasquín

¿Querés recibir un correo electrónico con los pasquines que se publican en el blog?

Suscribite completando tu nombre y correo electrónico.

Loading

Importante: Te va a llegar un email que tenés que abrir para confirmar tu correo.