85. Magníficas ideas

6 de marzo de 2024 | Marzo 2024

La multinacional Bad Coin SA, después de varios meses de balances negativos y dificultades que generaban preocupación en la filial argentina, decidió enviar desde su sede central al ejecutivo Bill House para, de alguna manera, lograr desactivar los problemas financieros y reestructurar la empresa en lo que considerara necesario.

Bill llevaba más de una década en el directorio y no le hacía gracia tener que trabajar desde la Argentina, lejos de su familia y amigos. Por eso, decidió que lo mejor sería realizar el trabajo rápido y descarnado. Sin embargo, y para no sufrir posibles sanciones y debido a su personalidad obstinada con la realización correcta de las tareas, se tomó el trabajo de conocer hasta el más mínimo detalle del funcionamiento de la empresa.

Esos dos meses en Argentina resultaron fantásticos. De lunes a viernes trabajaba, y los fines de semana, en lugar de extrañar a su familia, prefería tomar vuelos pagos por la empresa a cualquier destino y conocer el país mejor que cualquier habitante local. En ese interín hizo buenas migas con algunos directores y también confrontó con algunos otros.

Finalmente, llegó el día en que él debía exponer ante el directorio local lo que había decidido como medidas a ejecutarse en la empresa. A Bill House no le temblaba el pulso para calzarse los guantes en un lugar donde se sentía dueño, aún si el resto lo sentía ajeno.

La primera parte de su exposición la dedicó a dar su opinión sobre problemas financieros, administrativos y técnicos. Eran pocos los directores que opinaban como él, en realidad, pero hacían muecas y ademanes de escuchar verdades rebeladas, y hasta alguno aplaudió. Luego, anunció las diez medidas que había que tomar para resolver la situación y levantar la filial sudamericana de entre las cenizas. Entre esas medidas, algunas de hacían bajar algo del presupuesto de la mayoría de los directores; mucho mejor que eliminar las áreas, idea instalada como rumor por el propio House.

—Y, por último —dijo House en un pésimo castellano, de pie frente a los que para él eran empleados, señalando al techo para recuperar la atención—, vamos a bajar la Dirección de Informática y sistemas a subdirección y repartir parte del poder que tiene en la empresa entre las manos de otros directores a definirse y además se deberá cambiar al Director cada cuatro años, para evitar que tenga información… comprometida, ¿les parece bien? —House entrecerró los ojos y marcó una sonrisa infeliz en su cara.

El Director de Informática echó una risa y miró al resto para buscar complicidad frente a semejante burrada, pero se sorprendió al ver que varios del resto del directorio asentían como si fuera una buena idea y otros, directamente, le esquivaban la mirada. Se le apagó esa sonrisa buscona y salió de la reunión, una vez finalizada, con los botines de punta.

—Miren que, si yo no estoy, mañana no anda ninguna máquina, eh —sacudió por lo bajo en el pasillo, como para que los empleados que iban cruzando no notaran la situación.

—Bueno, a lo mejor ya ponen otro —contestó el Director de Marketing.

—No, vos no entendés — dijo el Director de Informática con los dientes apretados y lo arrinconó contra una pared en un movimiento súbito, abandonando el tono bajo. El Director de Marketing pidió ayuda por los ojos al resto mientras se cagaba de miedo—. Si yo quiero, esto no anda nada. Y ahí te vas a preocupar. Sorete —dijo y lo soltó para irse caminando solo, a paso rápido.

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