678. Hacelo por mí

19 de octubre de 2025 | Octubre 2025

—Faltan boletas —anunció Karina Vázquez cuando salió del cuarto oscuro.

—Ningún problema —contestó el presidente de mesa mientras se levantaba y buscaba un pilón de boletas nuevas—. Ponemos un poco más, entonces.

El presidente de mesa entró en el cuarto oscuro y vio, apoyada en la mesa de la maestra del aula, una pila de boletas más grande que la que él pensaba reponer.

—Pero acá están —dijo el presidente.

—No, no —contestó Karina, agitando un índice en el aire—. Estas no son.

—Pero si es boleta única, señora —contestó el presidente de mesa.

Karina agarró una boleta y la extendió justo debajo de su mentón.

—¿No te parece que falta alguien acá? —preguntó.

—Eh… A ver, fiscales, vengan —el presidente convocó al resto de la mesa para que entrara al aula, como para no enterarse solo de que las boletas estaban mal—. Acá la señora dice que faltan candidatos. No sé si ustedes tienen otros… —sugirió como si se desentendiera del problema.

—Yo soy candidata, y acá no estoy —resolvió Karina.

—Ah, entonces sos vos —dijo una señora de unos cincuenta años, fiscal por el partido del gobierno porteño—. Yo te veía cara conocida.

—Sí, soy Karen —dijo Karina con aires de grandeza.

—¡Ah, Karen! —festejó el presidente de mesa tras reconocerla—. ¿Te puedo pedir un autógrafo? Me acuerdo de chico cómo te admiraba —sonrió casi como si eyaculara en el momento.

—Si me resolvés el problema de las boletas te lo doy —prometió Karina.

—Pero vos sos candidata en provincia —le contestó la fiscal peronista de veintitantos años.

—¿Eh? —contestó Karina.

—No estás en esta boleta, mamita —dijo la peronista.

—Es lo mismo, lo importante es votar al espacio —sugirió el presidente de mesa, como para relajarla.

—¿No tenés una boleta de provincia? —preguntó Karina a la fiscal oficialista.

—No… No tengo. Pero igual… no valdría el voto. ¿No sabías que no estabas en esta? —contestó la fiscal.

—Y no —contestó Karina como si fuera obvio. 

—Salió en las noticias, todo.

—Pero la re puta madre, ¿cómo no me avisaron? —Karina se ofuscó rendida—. No, bueno. Consigan la boleta mía. No quiero votar a nadie más que a mí —afirmó cruzada de brazos.

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