El gobierno se había asegurado de que la convocatoria a una caravana electoral fuera lo más multitudinaria posible, a pesar de realizarse un martes a las cuatro de la tarde. Por las dudas, había una base de cincuenta personas contratadas, entre las cuales se infiltraban algunos policías custodios como civiles participantes de la actividad.
Como para sobrevivir a cualquier tipo de ataque en su contra, el presidente había decidido usar un traje especial y dejar de usar el chaleco antibalas que solía llevar debajo de la campera.
Se mandó a confeccionar un traje a medida, que lo cubriera del todo, y que al mismo tiempo tuviera abertruras escondidas para que no sufriera calor dentro de él.
El diseñador, como para evitarle la ridiculez, eligió aprovechar el furor que había provocado El Eternauta y le replicó el traje. Envió, junto con el traje, la sugerencia de hacer una performance vinculada a la historieta como para aprovecharlo al máximo.
El presidente consideró que la propuesta era buena y propuso hacer la presentación del traje en el Shopping Soleil, donde se había filmado parte de la serie, y las zonas aledañas de Boulogne.
Cuando llegaron al Soleil ese martes a la tarde, no había tanta gente como esperaban. Eran más los contratados que los que habían asistido sin incentivos.
La performance salió perfecta: el presidente aniquilaba con un arma de plástico a un asesor disfrazado de cucaracha, que tenía una peluca de mujer y una fotocopia de la cara de la ex presidenta pegada en la cabeza.
Todos aplaudieron la aniqulación y, luego, el presidente comenzó su marcha a pie por el estacionamiento del centro comercial.
De a poco, empezaron a llegar más personas de la zona que se enteraban de su presencia ahí. Algunos apoyaban, otros lo insultaban. Incluso debieron alejar a un hombre que pedía explicaciones enfurecido.
La tensión existía de costado, a unos metros, mientras el presidente y su comitiva fingían que no existían los protestantes, salvo algunos policías que se encagaban de contenerlos.
De un momento al otro, el presidente quedó rodeado de seguidores que querían sacarse una foto con él. Empezó a hacerlo con el disfraz, hasta que unas chicas adolescentes le pidieron que se sacara la escafandra para la foto.
El presidente miró entorno suyo y vio, además de custodios, decenas de caras felices que lo vivaban. Se sintió seguro y decidió acceder al pedido.
En cuanto su cabeza quedó al aire, las expresiones a su alrededor se transformaron. De pronto se vio rodeado de enemigos.
En un movimiento coordinado, las chicas se alejaron de él y, al mismo tiempo, una lluvia de tomates, brócolis y todo tipo de verduras, comenzaron a impactarle.
Fue una cabutia la que, como si hubiera sido arrojada por una catapulta, trazó un recorrido pesado, cortando el aire, hasta darle en la frente al presidente, que cayó noqueado, despertando un festejo eufórico a su alrededor.
