Karina caminaba de un lado al otro en su despacho de la Casa Rosada. Se asomaba a la ventana y volvía a caminar. Intentó sentarse, pero los nervios dentro de ella la obligaron a caminar más. Eran las cuatro de la tarde del domingo. Media hora antes, cuando vio que los punteos de las mesas testigo no parecían mostrarle un buen panorama, había empezado el problema.
En realidad, había sido una fiscal de un colegio la que le había advertido que el resultado electoral era malo. “No importa. Nosotros ganamos en Capital”, contestó Karina. La fiscal, ex militante de Biondini, le sugirió que su análisis erraba por lejos.
Entonces sí, Karina se enteró de que su castillo de naipes estaba a punto de desmoronarse. Agarró las llaves del auto y abandonó la Quinta de Olivos para ir a la Casa Rosada. Convocó a Toto, ministro de economía y fabulador, y a Sebastián, armador político y revendedor de contenido erótico.
Cuando ellos llegaron, Karina se se confesó:
—No puedo entenderlo. Me va a matar. Javier me va a matar —dijo con los ojos enrojecidos—. Y ustedes, también, son los siguientes. Lo vi en las cartas: van a terminar desmembrados por los perros.
—¿Tan mal estamos? —preguntó Toto.
—¿Yo que sabía que esta elección era la que definía las de después? ¡Si en el resto del país nos aman! —gritó Karina—. Nos venían diciendo que empatábamos, que empatábamos… Nos están haciendo mierda. Por favor, piensen algo.
—¿Algo para qué? —preguntó Sebastián.
—Para que Javier no se dé cuenta de lo que pasó. Si se entera, sería terrible —contestó Karina.
—¿Y qué querés? ¿Decirle que ganamos? —se burló Sebastián.
—Hay que convencerlo de que lo que hace está bien, pero que… Es otra cosa lo que falló. Sin decir que fuimos nosotros, por supuesto —ordenó Karina, aclarando que el destino les tocaba a los tres.
—Ya sé, ya sé —se animó Toto—. Digamos que hay dos caras de una moneda. Hay un partido económico, donde venimos fenómeno, los estamos cagando a goles a los kukardos estos…
—Ah, qué vivo. Quedás como un campeón —se quejó Sebastián.
—No, bueno, pará —se apuró Toto a cortarlo con las manos en el aire—. Y en el lado político perdimos porque ellos estuvieron jugando sucio toda la campaña. Sacaron esto de las coimas y lo de… Nadie hace una elección provincial tan importante. Nunca se le dio tanta bola. Mirá los ejemplos de Chaco, Corrientes. Nadie se entera. En cambio, hicieron pesar el aparato del PJ para ganarnos.
—¿Vos decís que se la cree? ¿Tan boludo es? ¿Por qué ganó en 2023? —preguntó Sebastián.
—Porque repartieron el aparato del PJ en todo el país, claro. Y ahora, pusieron todos los cañones contra nosotros —contestó Karina, sumándose a la propuesta de Toto—. Vamos a decir eso y que… Que ellos jugaron sucio porque en una campaña local no se puede hacer política nacional.
