582. Makevirus

21 de julio de 2025 | Julio 2025

Gastón tenía ganas de hablar de él, de la pelea que había tenido con Camila, la chica que le gustaba y con la que salía hacía tres meses, pero a la que no terminaba de sacarle la ficha y tampoco tenía se animaba a pregunarle qué tan enganchada estaba ella, aunque sabía que no lo estaba tanto como él. Agustina, en cambio, no tenía planeado dejar de contarle sobre los nuevos virus que andaban dando vueltas en la calle: el makevirus y el amavirus.

Como Gastón no estudiaba medicina y no entendía mucho de eso, salvo que el makevirus era la última moda, se perdía entre sus pensamientos y, después de recordar a Camila, volvía a prestar atención a su amiga mientras caminaban hacia el recital.

—El tema es que la gente los consume como si fuera cualquier gilada y después tenemos que andar todos cuidándonos de no agarrarlo, ¿entendés? —se quejó Agustina.

—Claro, re. No da —contestaba Gastón mientas se le ocurría que podía regalarle a Camila una camiseta de Velez, a ver si de esa manera ella se interesaba por el fútbol y acompañarlo a él a la cancha.

—Y el problema no es el virus en sí, sino lo que quieren hacer los países imperialistas mientras vos estás boludeando acá jalando una bolsita de virus. Te imaginarás lo que es el plan de fondo… —Agustina dejó el camino para que Gastón respondiera con una pregunta.

—Posta que sí, boluda. Terrible —contestó él, perdido.

—¿Terrible? ¿Sabés ya? ¿El plan? —preguntó Agustina, que dejaba de mirar el piso y las baldosas flojas para buscarle la mirada a Gastón.

—Chicos, ¿quieren un poco de makevirus? —preguntó una voz a sus espaldas justo cuando llegaban a la esquina.

—No, gracias —contestó Agustina, exageradamente amable y sin detenerse.

—Bueno, dale —Gastón se detuvo en seco y se dio vuelta hacia el vendedor—. ¿Cuánto está?

—Quince lucas —contestó el vendedor.

—Pero te va a matar, Gastón, ¿sos boludo? Te estaba contando de ésto —se quejó Agustina.

Gastón no contestó nada. Pagó y, media cuadra más allá, inhahló el virus y se contagió. El virus no solamente daba síntomas de padecimiento. Tmabién provocaba una alegría eufórica, catarro, una explosión de dopamina en el cerebro y mucho moco.

 —¿Qué onda eso? —preguntó Agustina.

—Uf, boluda… —empezó a contestar Gastón pero se atragantó con moco y empezó a toser—. Esto está… —le sonrió mientras tosía y agitaba una mano en el aire.

—¿Zarpado? ¿Vale la pena?

—Nunca fui tan feliz, boluda —dijo y escupió una mezcla de moco y saliva.

—¿En serio?

—Sí, boluda, volvamos así compro un poco más para después —sugirió Gastón.

—Bueno, dale, yo también quiero probar —sonrió Agustina, y lo miró cómplice, como si se sellaran su pacto suicida.

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