576. Excusas

14 de julio de 2025 | Julio 2025

El presidente despertó con la alarma e insultó. “Me la olvidé puesta de nuevo”, lamentó. Se sacó el antifaz y manoteó el celular de la mesa de luz. Tomó agua y abrió sus redes sociales. Sentía en sus brazos y su rostro el fresco que había al otro lado del edredón de plumas. Después de media hora, se levantó, se abrigó y se calzó.

Salió de la habitación y caminó por el largo pasillo cubierto de paneles de madera, iluminado por luces cálidas tenues, por momentos casi imperceptibles. Llegó hasta la cocina y se preparó un café.

Cuando tuvo la taza lista, caminó hacia el comedor, se paró frente a la ventana. La taza cayó al costado de su pantufla derecha y se partió. Sintió el olor del café y el calor en la tela de la pantufla.

—¡Presidente! ¿Está bien? —preguntó el vocero, que en ese momento apareció en el salón en bata. Se había mudado a la Quinta de Olivos para servir mejor, en sus palabras—. ¿Presidente? —preguntó cuando lo alcanzó, y le miró el perfil.

El presidente tenía los ojos clavados en la ventana y la boca entreabierta.

—Niebla —dijo el presidente, desencajado, y largó un suspiro que podría haber sido una risa irónica, frente a un vidrio que se veía blanco.

—Sí, está tremenda —acotó el vocero.

—¡Qué terrible, Manuel! O sea, estuve, vos sabés…. Esperando esta fecha patria y justo… Niebla, digamos… una tragedia. No podré ir a Tucumán.

—Pero mire que creo que estaban saliendo bien los aviones, justo mi primo salió anoche…

—¡Es un peligro, Manuel! —el presidente pasó de la congoja al enojo—. O sea, ¿me quieren tirar doscientos muertos? ¿Eso quieren? No se puede volar en estas condiciones.

—Tiene razón. Voy a avisar a Aeroparque para que cancelen todas las operaciones —propuso el vocero mientras empezaba a revisar la agendar para buscar a algún ministro.

—No —interrumpió el presidente. Recién ahí, se dio vuelta hacia él y dejó de mirar la ventana—. Nosotros no podemos intervenir en cuestiones del mercado… Sentaríamos un terrible precedente para el futuro. Pero… lo peor es que no podré participar del Día de la Independencia.

—Si le parece, presidente, puedo encargarme de organizarle el traslado en camioneta.

—¿Camione…? O sea, ¿hacerles perder dos días de trabajo del presidente a todos los argentinos por el disfrute de unos pocos tucumanos de tenerme ahí unas horas?

—Claro, no lo había pensado así…

—Sería una deshonra. Me encantaría, mi amigo, digamos, pero lamentablemente no podré ir. ¿Me puedo tomar tu café? —preguntó risueño.

Compartí este pasquín

¿Querés recibir un correo electrónico con los pasquines que se publican en el blog?

Suscribite completando tu nombre y correo electrónico.

Loading

Importante: Te va a llegar un email que tenés que abrir para confirmar tu correo.