Yo todavía era chica, gurisa. Tendría cosa de catorce, quince años. Pero ya trabajaba, igual que mi hermano Emiliano, que siempre tuvo dos años más que yo. Desde chiquitos ya nos encargábamos de los huevos del gallinero, de cosechar las verduras, cosas así, cuando volvíamos de la escuela. Pero esas cosas eran también para nuestra familia.
Cuando terminé la escuela, ya ahí empecé a trabajar en la casa del patrón, que era donde trabajaba mi tío José. La casa que tenía era enorme, y el campo también. No lo llegué a conocer todo. Había parte de ganado y parte de cultivo de distintos granos.
Mi tío le había dicho a papá de irse para allá desde Corrientes, para conseguir trabajo, porque en la forestal pagaba poco y no alcanzaba. Eso había sido muchos años antes, cuando yo tenía ocho.
Pero él no vivía en la casita del peón que nos habían dado a nosotros. José tenía una pieza ahí al costado de la casa del patrón. Él no tenía familia todavía. Se había ido de Corrientes muy chico y había conseguido ese trabajo. Cuando el peón se murió, nos llamó a nosotros.
Al principio estábamos todos bien, papá trabajaba mucho y mamá también; Emiliano y yo volvíamos de la escuela, hacíamos la tarea y, después, ayudábamos.
Cuando empecé en la casa me cruzaba a mi tío todos los días. Yo le veía al principio que él me miraba como con deseo. Aunque era chica, ya entendía de las cosas del cuerpo.
Y a las pocas semanas, una mañana que yo limpiaba la casa, me agarró en la cama del matrimonio y me hizo callar, me bajó el pantalón y me lo hizo.
De ahí en adelante, lo hizo cuando quería. Yo intentaba sacarme, pero era peor. Se ponía violento. Y no podía contar nada, porque me amenazaba mientras me metía.
—No digas nada porque hago que los rajen a patadas —me decía al oído.
Con el tiempo, me acostumbré a pensar “termina y ya está”. Me repetía para adentro yo. Y así aguantaba. “Es esto y te larga”.
Hasta que hubo esa vez, que cuando soltó y yo me iba a vestir, me dijo que no. Que era todo el fin de semana ahí, que la familia se había ido. Y yo pensaba que terminaba y estaba y no estaba más. Y estuve desnuda, y con él arriba todo el tiempo.
Y ahí me embaracé. Yo lo oculté, hasta que mi mamá sola se dio cuenta. Le conté. Ella lo llamó a mi papá y le contó todo. Mi papá me trató de puta, me cacheteó. Me dijo de todo y me echó.
Mi mamá vino conmigo. Ella me lo sacó. Me acompañó hasta que encontré un lugar y después se volvió con mi papá. De ahí que no los volví a ver.
