La crisis en la pareja se hacía sentir hacía un par de meses, pero las últimas semanas habían sido las más intensas. Martín, enfrascado en un mal humor que no podía controlar, le pidió a Delfina retomar las conversaciones para alcanzar una resolución. Habían quedado hacerlo el miércoles por la tarde.
—Empezá vos —dijo Martín.
—No, empezá vos —contestó Delfina—, si sos el que está más… no sé qué.
—Bueno, a ver. Este tema de a dónde va nuestra relación… —esquivaba mirarla a los ojos— me pasa que no siento que haya como compatibilidad de sentimientos, que yo entrego mucho más que vos, y a cambio recibo prácticamente nada, porque lo que vos entregás es nada. Yo ya te dije que estoy re contra enganchado, enamorado y todo, pero a vos parece que no te pasa como a mí.
—Sí, está bien. Pero el tema es que yo también vengo de una relación larga… y es verdad que ya hace un año y algo que salimos, y la estamos pasando bien, y yo a vos te quiero un montón, pero estoy un poco trabajando el tema sentimental y el jugármela, y todo eso, porque…
—Bueno, pero yo también tuve otras parejas —la interrumpió—. Y no te estoy pidiendo que nos casemos y tengamos hijos…
—No, por favor —se le escapó una risa.
—¿Qué? ¿No pensás que podemos llegar lejos?
—No se, Martín, tengo veinticuatro años. A lo mejor podemos vivir juntos acá en casa y tener un gato, que es algo que me gustaría.
—Pero, ponele. Vos te vas al laburo y vas vestida toda así emperrada, con las piernas al aire, con esos corpiños que no te agarran nada, y todo para calentar a tus compañeros.
—¿Eh? No, si me chupan un huevo mis compañeros. Me visto así porque tengo calor y me gusta cómo me queda, no tengo que dar explicaciones; y en invierno voy re tapada y…
—No, bueno, pero después está el tema de tu hermano, que cada vez que me ve, me tira mala onda, me trata como un boludo, y ya sabés que yo le pongo la mejor onda.
—Pará, Martín —Delfina levantó una mano en el aire como si pisara un freno—. ¿De qué mierda me estás hablando?
—De nuestro vínculo.
—Sí, pero, de todo junto. Es una ensalada de cosas esto.
—Si es lo que venimos hablando hace como un mes —se encogió de hombros.
—Está bien. Lo venimos hablando. Pero me estás mezclando todo, no se entiende qué querés resolver y cómo. Hay cosas que son tema tuyo, hay otras que son tema mío, hay temas que son de terceros que no tienen que ver con nosotros… No sé. Es imposible así.
—Ah, qué bonito, me estás poniendo palos en la rueda.
—¿Qué rueda, boludo, de qué hablás? —hizo montoncito con las dos manos.
—De lo que venimos hablando todos estos días.
—Sí, bueno, pero tendríamos que aclarar antes de ponernos a discutir qué es más o menos lo que vamos a hablar y después sobre eso ir avanzando.
—No, bueno… No sé, Delfina, pasémoslo para mañana esto. Me voy a lo de Ale a jugar un truco con los chicos.
—Bueno, mañana aclará las cosas. Es insólito esto, no tiene sentido —se quejó ella.
