525. Insaciable

22 de mayo de 2025 | Mayo 2025

Leonardo tenía treinta y seis años, de los cuales los últimos cuatro había trabajado de cajero de un supermercado. Trabajaba ocho horas, seis días a la semana, y siempre que podía hacía horas extras, a veces trabajando los dos turnos, viviendo apenas ocho horas del fía, de las cuales al menos una dedicaba a ir y venir del trabajo.

El domingo se despertó, solo, como siempre, en su departamento. Se preparó un mate, prendió un porro y salió al balcón. Esa semana no le tocaba trabajar el domingo. Se fijó qué partidos de fútbol tendría la jornada y todavía faltaban algunas horas para que llegara uno interesante.

Empezó a revisar las redes sociales y un culo le gustó. Empezó a masturbarse como acto reflejo y acabó ahí, sentado en el balcón.

Entró a buscar algo de comer y se tiró en la cama, siempre con el celular en la mano. Mandó un par de mensajes a un grupo de amigos y gugleó quién había sido el goleador del Clausura 2003, y se dio cuenta de que él estaba equivocado, no había sido Roberto Nanni.

Después buscó la formación de Rosario Central en ese Clausura donde Figueroa había sido goleador, y se acordó que tenía que comprar un lavarropas, que se le había roto el suyo, pero dudaba de si le convenía esperar a las próximas ofertas.

Cansado de no encontrar uno que pudiera pagar entre lo que ofrecían las casas de electrodomésticos, revoleó el celular entre las frazadas y se echó para atrás. Empezó a masturbarse de nuevo y se metió un dedo en el culo.

Excitado, decidió buscar algo de pornografía para estimularse un rato más. Agarró la computadora y entró en las páginas que ya conocía. No se acordaba de que fuera así. ¿Habían agregado categorías o qué?

Las clásicas de siempre estaban ahí. Esas ya no lo aburrían, perdían contra la imaginación. Pero ¿qué eran estas nuevas? ¿Terraplanistas, anfibias, lúgubres, jugosas, cíborg?

—¿Qué verga es esto? —preguntó en voz alta Leonardo.

Revisó cada una de las nuevas categorías y tuvo, al menos, veinte videos seleccionados de larga duración que, para verlos, le tomaría el día entero.

Se lo tomó con calma, y se pajeó viendo uno. Había arrancado bien, con dos chicas semidesnudas besándose y manoseándose, pero al minuto siguiente estaban chapándose el pasto del jardín y se desentendían la una de la otra.

Cambió de categoría. Robots. Es cierto que había algo de interesante, pero un pito mecánico y una vagina diseñada por un capitalista mezquino no daban la talla. Ni siquiera había placer.

Ninguna categoría servía. Estuvo toda la tarde pajeándose sin acabar jamás y se sintió como un condenado a pena de muerte.

Recién a las siete de la tarde, cuando en el grupo de chat con amigos uno festejó la victoria del gobierno, se acordó que ese día había elecciones, pero ya era tarde, habían terminado hacía más de una hora.

Se escupió una mano y se pajeó pensando en la jefa de cajas hasta acabar.

Compartí este pasquín

¿Querés recibir un correo electrónico con los pasquines que se publican en el blog?

Suscribite completando tu nombre y correo electrónico.

Loading

Importante: Te va a llegar un email que tenés que abrir para confirmar tu correo.