52. Sistema vacío

18 de febrero de 2024 | Enero 2024

La presentación iba a ser a lo grande. Por fin una empresa de desarrollo tecnológico de la Argentina podía mostrar al mundo un nivel de avance nunca antes visto en nuestro país en el plano de la inteligencia artificial. Por eso la empresa Tecnología Avanza había alquilado un microestadio en el cual destinaron millones de pesos para la instalación de pantallas y luces como si se tratara de un recital de vigor internacional.

Willy Farco, una de las cabezas de la empresa, se encargaba de las presentaciones. Le gustaba imitar a Steve Jobs en cuanto a ocupar el lugar de estrella y hasta se copiaba de su ropa (un poco homenaje y otro tanto de envidia por no ser él también un multimillonario exitoso). No le importaba que hiciera más de treinta grados, él se puso un pulóver de cuello alto color negro, aunque debajo no llevara nada.

A las siete de la tarde, el microestadio ya estaba lleno de personas que iban desde inversores, hasta público invitado, pasando por periodistas, políticos e influencers. De pronto, las luces se apagaron y por unos segundos reinó el silencio total y la incertidumbre, hasta que empezó a sonar a todo volumen la sinfonía de Strauss Also sprach Zarathustra, mientras las cientos de pantallas situadas alrededor de los espectadores transmitían imágenes que resumían el desarrollo de la humanidad y fuegos de artificio largaban chispas y humo colorido anárquicamente por todo el lugar. Hasta que, desde el extremo opuesto, Willy Farco saltó al grito de “bienvenidos al futuro” sujetado a una tirolesa que lo llevó hasta el escenario mientras largaba chispas en su trayecto.

Bajo un mar de aplausos y luces parpadeantes, Willy Farco abrió los brazos y esperó hasta que la gente dejó de festejarlo.

 —¡Buenas tardes a todos, Buenos Aires! —gritó al micrófono cual estrella de rock—. Muchas gracias por haber venido a la presentación esta nueva invención que revolucionará el mundo de ahora en adelante —la gente volvió a aplaudir—. Créanme… créanme que esto es lograr que la imaginación de años de historia se convierta en realidad. Para llegar a este momento, desde Tecnología Avanza tuvimos que silbar bajito, desde la recepcionista más estúpida hasta el ingeniero más calificado —y largó una risotada que algunos acompañaron—. No podía saberse afuera de la compañía para evitar que la competencia se metiera y nos robara el proyecto en desarrollo. Sin más preámbulo, ¡les presento al nuevo Sistema DOS!

En el fondo se abrieron unas pantallas y apareció un robot humanoide, con cara de señor grande, con pantalón de vestir, camisa blanca y zapatos, que se acercó hasta donde estaba Willy.

—Su nombre significa Domestic Organizacional Superandroid, yo quería ponerle nombre en castellano pero los inversores que son de Estados Unidos no me permitieron. Básicamente, lo que vemos aquí es como un papel en blanco: puede ser lo que nosotros queramos que sea. Es, en definitiva, un sistema vacío al cual el usuario puede llenar con el contenido que desee y ordenarle la función que se nos dé la gana.

Mientras Willy hablaba, el robot miraba sonriente al público y parecía una persona real, casi como si tuviera emociones.

—La versatilidad que posee el DOS no la tiene ningún ser en el mundo —mientras hablaba agarró un control remoto y, de pronto, el androide empezó a bailar, aunque se le notaba lo robótico en los movimientos bastante poco naturales y rígidos—. Es tan de avanzada el producto que uno puede disponer la función que queramos. Miren esto —volvió a tocar el control remoto y el robot buscó una escoba al costado suyo y empezó a barrer—, puede hacer todas las tareas del hogar. Todas, y no importa el contacto con el agua porque es impermeable —dijo y le tiró un vaso de agua, algo que para algunos resultó humillante aunque se tratara de un androide—. Pero, además, puede jugar al fútbol; se acabó el preguntar en el grupo si alguien se prende, ahora puedo ir yo con cuantos DOS quiera e irme a jugar a una canchita —tocó un botón y el robot intentó hacer jueguitos con una pelota pero no le salía. Y, por último, y esto es lo que es verdaderamente un orgullo: cuenta con un nivel de conocimiento y datos que está a la par de las personas. DOS puede, sin ir a la universidad, actuar como un profesional. Tiene algunos  diseñar proyectos como un ingeniero —tocó algo del control y DOS empezó a dibujar algo en un papel—; puede ser funcionario político —tocó otro botón y por el micrófono de Willy se colaron las palabras del androide cuando dijo “con fe, con turismo…” hasta que el presentador retomó el control de la exposición—. Y Hay uno que me encanta: el modo embajador. Puede negociar con cualquier país del mundo con solamente tener los datos de la Wikipedia y la actualización de los portales de internet que le hagan falta… ¿Para qué seguir hablando si pueden ver un video entrando con el QR que está pegado en todos lados? Muchas gracias por venir. Bienvenidos, una vez más, al futuro.

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