497. Al final

23 de abril de 2025 | Abril 2025

El día que Tadeo apareció con esa bolsa grande de cocaína que su tío, gendarme importante de la frontera salteña con Bolivia, le había regalado para vender en la ciudad, a Ramiro se le jugó el destino. Él fantaseaba con ser transa. Veía las películas en las que los narcos terminaban muertos o presos e igual los idolatraba y deseaba que su vida fuera así.

Fue el único del grupo que aceptó. Durante años, Tadeo siguió trayendo merca del norte y Ramiro se encargaba de hacer el negocio en el mano a mano. El negocio funcionaba para todos.

Hasta que las ventas empezaron a bajar. La merca que vendía Ramiro no era mala. Él la cortaba para que le rindiera, pero estaba en precio. Así y todo, lo que le llovía eran regateos del precio e intentos de estafa.

Cuando llegó la siguiente entrega, Tadeo, ni bien entró, con las cejas casi de sombrero, le avisó a Ramiro que el precio aumentaba un veinte por ciento.

—¿Qué trajiste? ¿Es mejor? —preguntó Ramiro, mientras la abría.

—La misma —contestó Tadeo, con las manos en los bolsillos.

—¿Y por qué me la aumentás? —preguntó Ramiro y se frotó los dientes con un poco de merca.

—Qué sé yo, boludo, está todo re caro. Quiero más plata.

—Amigo, todavía me quedan cien gramos de la anterior. ¡Cien! La gente ni toma falopa ahora, toma cualquier mierda barata —dijo él y con la punta de una tarjeta se dio un pase—. Con los pocos clientes que me quedan, ¿encima querés que les rompa el orto?

—No, Rama, cobrales barato, qué sé yo. Pero ponele poco.

—¿Querés que la corte? Yo vendo droga, amigo. No veneno —Ramiro se levantó de la silla y negó con el dedo en alto.

—Y, un poco de veneno vendés, igual…

—Sí, bueno… —aceptó Ramiro, agachando la cabeza.

—Por eso, Rama. Hacé las dos opciones. Vendé más cortado y mierda para muchos, y lo bueno, a los que puedan pagar un precio premium.

—Ya fue, ¿no? —preguntó Ramiro encogiéndose de hombros.

—Y sí, boludo. Cogételos un poquito, ahí… La puntita. A algunos les gusta. Después se hacen los cancheros “esta me salió tanto” —imitó una voz de barrio bien.

—Como hace todo el mundo —asintió Ramiro.

—Tal cual —confirmó Tadeo, relajado.

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