491. ¿Por qué la compré yo?

16 de abril de 2025 | Abril 2025

Alejo se encerró en el baño de servicio cuando nadie lo veía. Sacó la bolsa de cocaína de su bolsillo y una moneda de un peso de edición especial por el bicentenario que tenía, en el lado que cargaba la merca, la imagen del Aconcagua. Esnifó fuerte y se sintió cortante: temió que, de nuevo, el vidrio estuviera mal molido. Guardó con cuidado la bolsa, se acomodó la camisa y salió.

Pasó por la cocina y vio a un cocinero masturbándose sobre la crema chantilly, mientras los demás del grupo se reían alrededor. Agarró una de las bandejas ya listas, pasó por una puerta vaivén de dos hojas y salió a entregar los canapés.

Forzó una sonrisa amable —rígida como toda su cara—, pasó el brazo izquierdo por detrás de su espalda, respiró fuerte y se acercó a los invitados.

—Disculpen, ¿se les ofrece algo de la bandeja? —preguntó a un grupo de hombres de traje.

—Ah, muchas gracias —sonrió uno de ellos y se sirvió. Mientras se alejaba, Alejo lo escuchó hablar con su grupo: —. Entonces, le digo “te vuelvo a encontrar robándome y le cuento a mi señora de lo nuestro”, y la Nelly decía “no, señor, por favor, me va a mandar a mi provincia…”

Se acercó a otro grupo de hombres, donde uno ni siquiera lo miró, otro lo miró con desprecio, y el tercero lo tomó del brazo.

—Oíme, nene —le habló al oído, en secreto—. Me dijeron que es toda la bebida sin alcohol, ¿puede ser?

—Sí. Es así. Todo sano hoy —sonrió Alejo, que no podía mirarlo de frente sin quedar a centímetros de besarlo.

—¿Y no me podés conseguir algo? —preguntó mientras le metía un billete de doscientos pesos en el mismo bolsillo de la bolsa de cocaína, tan profundo que Alejo tuvo que flexionar apenas las rodillas, como para evitar que el billete golpeara la bolsa y la abriera.

—Tendría que ver con Karina, a ver si habilita algo, pero es más probable que no —contestó Alejo, mientras se alejaba un paso del señor.

—Ah, no. Está bien, entonces, dejá así. Gracias, eh —contestó, resentido, el señor y se agarró unos cuantos canapés.

Alejo sintió que algo cosquilleaba en su nariz, en el tabique, y se movía. Vio que un señor lo esperaba ansioso, un pasó más allá, para que la bandeja le llegara, pero Alejo lo esquivó y se fue directo al baño.

Apoyó la bandeja sobre la tapa del inodoro y se miró al espejo. Ya la sentía salir y ahí vio correr su sangre desde la fosa nasal izquierda. Otra vez, más vidrio que polvo para ratas en la merca.

Desarmó la bolsa y espolvoreó su contenido, a modo casi invisible, sobre las canastitas de cuatro quesos que le quedaban en la bandeja, y volvió a al salón.

Compartí este pasquín

¿Querés recibir un correo electrónico con los pasquines que se publican en el blog?

Suscribite completando tu nombre y correo electrónico.

Loading

Importante: Te va a llegar un email que tenés que abrir para confirmar tu correo.