El jefe estaba en su oficina, viendo cómo prepararle a su esposa ese salmón con crema de camarones para el día de su aniversario, aunque se distraía con las tetas de la cocinera del video y se olvidaba de prestarle atención a los ingredientes —entre los cuales estaban, justamente, los camarones, que ella odiaba—. Justo en ese momento, golpearon la puerta. Se abrochó el pantalón y gritó:
—¡Adelante!
—Fabio, discúlpame que te moleste —dijo Pablo, el secretario, ni bien entró en la oficina—. Anoche falleció Augusto, el de contabilidad.
—¡No! —gritó Fabio y le puso pausa al video, no fuera cosa que las tetas se escaparan de su pantalla.
—Sí, una cagada, la verdad. Fue un accidente de tránsito. Quedó la familia, como cinco hijos tenía, con la madre que me parece que está sin laburo, la verdad… terrible.
—Qué cosa, viejo. Pobre Augusto… —dijo Fabio echado atrás en la silla y buscó un recuerdo mirando al techo—. Me acuerdo hace unos años que habíamos ido con varios de los muchachos a pescar ahí al río Uruguay y la pasamos tan bien, comimos riquísimo… ah, ese día creo que Augusto… no. No estaba. Pero la pasamos bárbaro —y sonrió.
—Y ya no va a poder ir —lamentó Pablo—. Lo velan hoy a la tarde, te quería avisar.
—¿Sabés qué? Mandá a que le hagan un ataúd de oro macizo, al bueno de Augusto, que él se lo merece.
—Dale.
—Avisale a los de contabilidad que lo pasen ellos como gasto de… no sé. Pero eso, ataúd bañado en oro, ¿viste? Fijate si podés encargarte vos, y de paso, preguntale al que lo haga si no puede hacer una mezcla de oro y bronce, para que no sea tan… —e hizo un gesto de dinero en el aire.
—Dale, Fabio, averiguo eso y te digo —se rio Pablo.
—Si no, con las manijas de oro, algún detalle, alcanza. O bronce, directo, si se ve igual… Algún detalle de bronce, eso decile.
—Perfecto, Fabio, yo me encargo. Ahí estaban diciendo de ir todos juntos, te comento por si te querés sumar.
—Ay, pasa que… — Fabio envolvió los labios en su boca e hizo una mueca de lástima—. Justo hoy tengo tenis, Pablito, no puedo faltar porque ya el profe reservó la cancha, ¿viste? Pero mandá un abrazo ahí de mi parte a la familia.
—No te hagas drama, yo digo que se te complicó —guiñó un ojo Pablo.

