452. Gran periodista

9 de marzo de 2025 | Marzo 2025

El vocero salió de la sala de conferencias algo mareado. Las luces, el sonido del volumen, el desayuno, todo eso había sido igual que siempre. El sudor, la mirada esquiva, los movimientos incansables de las manos nerviosas, eran la novedad. No recordaba haber tenido un cuestionario tan difícil desde el final de biología en diciembre del tercer año del secundario.

Tuvo que sentarse en una silla que apareció en el pasillo a tomar aire y serenar su cuerpo. Demoró más de lo que esperaba. Fueron unos veinte minutos hasta que el corazón se terminó de calmar y el recuerdo dejó de reproducir las preguntas incisivas.

De ahí fue directo a la oficina del presidente, que lo esperaba, según un asesor, para hablar de cómo había sido la rueda de prensa. Los cortes ya giraban en las redes y lo exponían demasiado.

—Disculpe la demora, presidente, recién… —empezó a excusarse el vocero cuando entró al despacho presidencial.

—Mirá esto —contestó el presidente, que levantó los ojos de la pantalla de su celular y se lo mostró. El vocero se vio a sí mismo, algo tambaleante, intentado explicar operaciones y maniobras ilegales y fraudulentas que aún no habían llegado a destaparse.

—Sí, es que… cuando me preguntaron por la venta de Tierra del Fuego y las Malvinas a los ingleses, con toda la información que tenían sobre las reuniones me…

—¡Es maravilloso! ¡Van a estar hablando todo el año de esto! —festejó el presidente—. Las métricas, o sea, digamos, vas a ser una estrella. Las elecciones vas a ganarlas seguro con estos números.

—¿Estrella, cómo?

—Sí, bueno… digamos, acá no te van a querer, pero allá, afuera, te van a amar. Mi amigo Elon ya me mandó un mensaje con una oferta —contestó el presidente.

—¿Mucha plata? —sonrió, aliviado, el vocero—. Yo justo había pensado que la idea de que la gente votara los periodistas de la conferencia nos estaba trayendo problemas.

—¿Qué problemas?

—Y, esto… se ve que lo que atrae es el quilombo —reconoció el vocero.

—No hubiéramos llegado nunca a donde estamos, digamos, si no fuera por hacerle quilombo a la casta de corruptos hijos de puta —contestó el presidente con los dientes apretados.

—Claro, pero que nuestros propios ensob… aliados, nuestros periodistas aliados usaran información reservada para ponerme contra las cuerdas…

—Eh, de vuelta, digamos… si vos no querés trabajar más, o sea, yo no tengo ningún problema, ahora, si vos querés pagarles con tu salario las preguntas que te hagan, eso es un acuerdo entre privados, yo no tengo nada que ver… —contestó el presidente—. Ahora, andate que tengo que pensar regalos para Elon.

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