434. Se ve todo

18 de febrero de 2025 | Febrero 2025

En un país en el que la realidad superaba a la ficción hacía mucho tiempo y con derechos cada vez más aplastados por montañas de bonos, criptomonedas, acciones y demás, era esperable que algún día sucediera, que se intentara un reality al estilo Truman Show. Como para que no hubiera tanto escándalo, se eligió a Luciano García, un bebé recién huérfano, como protagonista.

Con una burbuja inmensa, al igual que en la película, se construyó un escenario de pueblo cerca de las sierras de Córdoba, con laguna artificial, estrellas, nubes y luna.

Fue el primer reality hablado en cordobés transmitido en toda la Argentina. Por eso, aunque el chico se llamaba Luciano, a nivel nacional se lo conocía como “El Culiadazo”. Fue el único lugar del país con estabilidad macro y microeconómica durante las dos décadas que duró.

El final del programa llegó un día en que una tormenta causó un incendio dentro de la burbuja. Fue tal la magnitud que no dio tiempo a nada. El staff salió corriendo y el Culiadazo, sin esperar la sorpresa que se le venía, corrió detrás del resto.

Tardó días en entender qué era el mundo, dónde vivía y qué había sido de su vida durante todo ese tiempo. A su favor, ya era millonario. Solamente tuvo una última aparición en la televisión.

La producción había organizado una entrevista en el estudio central de Buenos Aires, donde se lo trató muy amablemente y se le preguntaban cosas al mismo tiempo que se le hacía conocer otras tantas.

La cosa venía muy bien, Luciano sonreía ante las cámaras, feliz de la euforia que existía por él, hasta que, sin pudor, una de las panelistas del programa, consultó por el lado oculto de las cosas.

—Vos vivías en un mundo sin internet… ¿Cómo hacías para ingeniártelas y buscar escondites nuevos para masturbarte a escondidas mirando a los actores y actrices del programa? —bicha la panelista, clavó una sonrisa pícara.

—No, pero yo no… —iba a contestar el Culiadazo, a mentir para defenderse.

—Sí, ya te vimos todos, querido —agregó otro panelista.

—¿Actores? —preguntó el Culiadazo como para zafar. Siempre había vivido bajo la moral cordobesa y la tecnología del siglo pasado—. Actrices, tal vez. Romina, Marcela, Tatiana… —reconoció y se dio cuenta de por qué Romina le había metido un cachetazo sin razón aquella tarde.

—También te vimos hurgándote el hoyito… —dijo la panelista.

El Culiadazo se sorprendió ante la pregunta. Advirtió que el público del programa era formado por dioses omnipresentes en su vida, que no había secretos. Se levantó de su silla y salió corriendo. No se lo volvió a ver.

Compartí este pasquín

¿Querés recibir un correo electrónico con los pasquines que se publican en el blog?

Suscribite completando tu nombre y correo electrónico.

Loading

Importante: Te va a llegar un email que tenés que abrir para confirmar tu correo.