398. Moderación de expectativas

12 de enero de 2025 | Enero 2025

Alan Salerno estrujaba la gorra entre sus manos mientras esperaba sentado la entrevista de trabajo con el dueño de la empresa de transporte de mercadería Destino Accesible SRL para el puesto de chofer de camioneta de media distancia. Los nervios le comían la paciencia: necesitaba un trabajo cuanto antes para saldar las deudas que se le juntaban después de haber sido despedido cuando quebró su anterior empleador.

—Alan —saludó Julio Planes, el dueño de la empresa, desde la puerta de su oficina—. Pasá por favor.

Alan se levantó apurado y entró a la oficina llevándose puesto el marco de la puerta. Le dolió pero pudo hacer de cuenta que no había pasado nada. Un pibe grandote como él podía con todo.

—Tu currículum está bien, pero te voy a hacer otras preguntas que me interesan más. ¿Está bien?

—Sí, como diga.—¿Más o menos qué salario querrías ganar?

—No… no sé cuánto más o menos se paga…

—Decí lo que te imaginás que corresponde —le dijo Julio, con aire relajado.

—Eh… ¿un millón? Más o menos, ¿una cosa así? —arriesgó Alan.

—Ah, un montón —se rio Julio—. Te ayudo un poco con tus números, a ver. ¿Tenés hijos?

—Sí, dos.

—¿Van a escuela pública o privada?

—No, pública, pública. Una que está…

—Muy bien —interrumpió Julio—. ¿Alquilás?

—Eh, sí. Sí, alquilo.

—¿Y cuánto pagás?

—Ahora está en… casi trescientos.

—Ah, ahí ya… —Julio anotó el número en un cuaderno—. ¿Tenés auto?

—Sí, un Gol de como quince años.

—Claro. Debés tener entre nafta y seguro cien lucas al mes, un poquito menos… —Julio bailó una mano abierta en el aire sobre la mesa.

—Un poco menos, sí —asintió Alan.

—Bueno, mirá. Acá el salario promedio es de quinientos mil. Vos lo que tendrías que hacer es mudarte a un lugar más chico y vender el auto. Colectivo… moto, a lo sumo. Que en una moto también entran los cuatro, eh. Me imagino que por tu edad los chicos deben ser chiquitos.

Alan asintió.

—Claro, por eso. Es cuestión de acomodar un poco las cosas y listo. Si querés el trabajo, ni bien llegues hoy a tu casa, llamá al propietario y rescindí el contrato y buscate algo. Y publicá el auto. ¿Dale, Alan? Bueno, esperamos tu comunicación, querido, pero apurate —dijo Julio con una sonrisa estirando la mano para saludarlo por encima de la mesa.

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