355. Pito de goma

29 de noviembre de 2024 | Noviembre 2024

Nos avisaron por mail que no había más lugar para mujeres en el ministerio. Creo que en todas las dependencias del Poder Ejecutivo fue lo mismo. Un correo socarrón que se burlaba de nosotras y nos agradecía “haber brindado tan buena vista, a pesar del clima de trabajo generado”. La línea siguiente decía que estábamos todas afuera. UPCN también puso su firma.

Indefensas y rodeadas de un rejunte de imbéciles ingresados durante el último año de gestión, en el cual habíamos visto cómo echaban la gente que más valía la pena, cada una de las que quedábamos tomó su decisión.

Las que estaban en planta permanente, en general más grandes, agarraron la indemnización y se fueron. Del resto, algunas con más dignidad, se fueron. Yo tengo dignidad, lo que no tengo es plata ni posibilidad de conseguir otro laburo rápido.

Quedamos pocas, pero el clima de trabajo se volvió bastante insoportable. A todas nos llegaron nuevas reglas de vestimenta (masculina, claro), un pito de goma para usar debajo del pantalón y nos asignaron apodos masculinos, igual que la hermana del presidente. A mí, por ejemplo, ahora me dicen “el Cholo”.

Cuando llegaron esas pautas, se fueron casi todas las que quedaban. A esta altura, en el ministerio, creo que soy la única mujer, aunque travestida. Y Bullrich, que está en la misma.

Lo peor es trabajar con todo esta manga de pendejos bobos que se creen que son mejores que yo porque soy mujer. Se la pasan haciendo chistes al respecto, y yo me tengo que quedar en el molde porque actuar como mujer es una de las causales de despido sin indemnización, según las nuevas reglas.

Lo peor es que parecen adolescentes, con las hormonas al palo (y no solo) que, en realidad, morirían por tocar una teta.

Cada vez que entra Aldana, la chica del bar de la esquina (cuando el chico falta, porque entre ellos arreglaron no someterla a esa exposición), suena una sirena en todo el edificio. Y los boludines van a mirarla como si fuera… no sé qué.

Después, van al baño (ahora no hay más de mujeres, son todos de hombre), y se hacen la paja todos juntos en ronda (incluso unos a otros), supuestamente pensando en Aldana.

De hecho, es ahí es donde se define su masculinidad: al que no se le pare la verga en el momento de pajearse todos juntos, lo acusan de homosexual. Hay uno, Pablito, que ya no lo dejan entrar a hacerse la paja con ellos, y él, aunque dice ser hetero (igual que todos), reclama que lo dejen entrar.

Yo no entiendo qué es lo que le pasa a estos nenazos en la cabeza. Algunos hasta me vienen a pedir que les muestre mi pito de goma, porque les calienta. No sé. Tienen los cerebros y los huevos fritos.

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