341. Salir a comprar

15 de noviembre de 2024 | Noviembre 2024

Emma, recién llegada de la facultad, miraba videos en la televisión, por fin con ropa de entrecasa, cuando su madre, Úrsula, la convocó desde la cocina con un grito. Emma suspiró. Sabía que iba a pedirle algo que no le permitiría dedicarse a su proyecto personal como diseñadora de ropa, uno de los pocos trabajos que podía hacer casi enteramente desde su casa.

—Tomá, Emma, acá tenés la lista de las compras. No demores mucho, por favor, que necesito cosas para la cena que estoy preparando.

—Pero son las cinco de la tarde, mamá. Además, recién llegué, es una paja ponerme toda la armadura de nuevo… ¿no podías mandármela antes por mensaje? —se quejó Emma.

—No la tenía lista. Si te da miedo, avisale a tu hermano para que venga y te acompañe —sugirió Úrsula.

—Sí, claro, y que me faje él… Ni en pedo.

—Por lo menos es más suave y evita que otros tipos te hagan algo, hija —Úrsula dejó de cortar la cebolla para mirarla—. Y, si no, disfrazate de varón como hacías antes.

—Me había cortado el pelo para que funcionara y ni con ropa gigante podía disimular las tetas… Me van a dar por mina y por travesti. ¿Por qué no te buscás otro novio para que te cuide y te acompañe él?

Úrsula empezó a reírse.

—Ni en pedo —contestó—. Antes muerta. Ya eché a tu padre y tu hermano y bastante me costó que me sigan pasando plata para que viviéramos las dos tranquilas. Viviré encerrada viendo el mundo desde mi balcón pero a mí no me agarra ningún tipo más.

—Hay algunos buenos —Emma levantó el hombro derecho.

—Sí, los viejos nacidos en la década del ochenta, noventa. Tienen como setenta años. Ahora te toca a vos, nena. Bancate la que venga. Y andá a comprarme las cosas, dale, que necesito el caldo y la crema.

—No me quiero poner esa armadura de mierda de nuevo. ¿No podés arreglar con lo que hay?

—Por mí, andá sin la armadura. O avisale a alguna amiga que te acompañe así son dos. Suficiente zafás de la mierda trabajando acá adentro, eh. Yo me banqué décadas enteras con jefes que me pagaban una mierda, que me decían… y hacían cualquier cosa. No sé si te conté de cuando trabajaba en la empresa de transporte…

—Uf, sí, mamá, mil veces —interrumpió Emma—. Dejá, prefiero salir a comprar que escucharte de nuevo. En cuanto me reciba, me voy a vivir a Irán —dijo mientras salía de la cocina.

Compartí este pasquín

¿Querés recibir un correo electrónico con los pasquines que se publican en el blog?

Suscribite completando tu nombre y correo electrónico.

Loading

Importante: Te va a llegar un email que tenés que abrir para confirmar tu correo.