Como tenía paro en el tren, ya desde la tarde anterior decidí que iba a disfrutar el día, a pasarla bien. “Un día como el forro de Roggio”, pensé. Así que me levante más tarde, y ya era de día. Ni me acuerdo el último martes que desperté con el sol ya arriba. La besé a la gorda y nos quedamos remoloneando un poco más en la cama.
Después sonó el despertador y le dije a Paola “dejá, gorda, yo las llevo a las nenas”. Y casi que ellas me llevaron a mí, porque nunca voy para el lado de la escuela. Para volver me perdí, pero encontré una placita que ni sabía que existía, y eso que hace como siete años que vivo en Morris.
Miré un rato los pajaritos, me fumé una seca que justo tenía una tuca en el bolsillo, y encontré una calle que me llevó de vuelta a casa. Cuando llegué, Paola ya se había ido al laburo.
“Tengo la casa para mí solo, muchachos, si quieren sale un asadito”, mandé al grupo de los ferrucas y me fui derechito para la heladera, a buscar una birrita. La desilusión que me llevé cuando vi el pack de latas vacío… Había una propaganda de Quilmes que le pasaba lo mismo a un flaco. Me sentí igual.
No me quedó otra que ir a comprar. Mientras me iba para el chino veo que los pibes ya se empezaban a bajar, solamente el viejo Pedro dijo que se sumaba y Quique dijo que pasaba más tarde, pero que no tenía un mango.
Entro al chino, que tiene también carnicería al fondo. Le pedí dos kilos de asado y seis choris, y me agarré una coca y un pack de latas de birra. Voy a la caja y cuando quiero pagar con la aplicación no andaba.
—A ver, probá con la tarjeta de una —le digo al chino y se la doy.
“Fondos insuficientes”, dijo el chino.
—¿Cómo que fondos insuficientes? —le digo.
—No hay prata.
“No hay plata” en la concha de tu vieja chino de mierda. Pensé, pero no lo dije. Terminé comprando una sola lata, que era todo lo que alcanzaba. Así que ahí nomás mandé al grupo que se cancelaba el asado, que se fueran todos a cagar.
Quise darme un día de rico, escabiar con amigos y comer asado y, al final, me terminé comiendo unos fideos de mierda (lo único que había) y, como para tener una alegría, barata, me hice una paja. La puta que los parió.
