318. Hundido a fondo

24 de octubre de 2024 | Octubre 2024

Y todo será fuego, y donde no sea fuego, será agua, y donde no sea agua, será tempestad de vientos sofocantes, cargados de humo y nieve. Ni bajo el cielo teñido ni aún bajo la tierra habrá refugio, ni para los muertos ni para los vivos. Quizás Dios no juega a los dados con el universo, pero el hombre sí.

De un lado los perros, las liebres, los jabalíes, candentes como estrellas, atravesarán el espacio; las plantas, pura hoguera de combustión infinita. Del otro lado, el mar subido al cielo y los cangrejos carroñando el cuerpo del niño que no escapó.

El heraldo, luego de ver el cuerpo ardido de su hijo en sueños, irá ante el Desquiciado y le rogará los recursos que queden para evitar que el daño sea mayor.

—No —contestará el Desquiciado.

—Hay fondos para intentarlo. Por lo menos para pedir ayuda al exterior.

—Esos fondos tienen destino —sentenciará el Desquiciado.

—Podemos conseguir otros, a tasa cero. Hubo comunicaciones con organismos que están dispuestos —intentará nuevamente el heraldo.

—No.

—La ira de los que queden bañará estas tierras, no habrá lugar donde esconderse —profetizó el heraldo con los ojos ardidos—. Es necesario actuar de inmediato para salvar lo que queda.

—Que recen, Dios decidirá quiénes compartan con nosotros lo que quede —contestará el Desquiciado antes de darse vuelta para observar su reino en extinción.

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