3. Los traidores

17 de febrero de 2024 | Diciembre 2023

En la cabecera de la enorme mesa de quebracho colorado del piso más alto del sindicato, los popes de la central de los trabajadores formales se enfrentaban a un nuevo escenario: el de no haber sido siquiera telefoneados para resolver las decisiones a ejecutarse. Absolutamente inconsultos para la toma de medidas tan antipáticas, los humores no eran los mejores. El más relevante del triunvirato a cargo del secretariado general se puso de pie para comenzar la charla, con los puños apoyados en la mesa, la panza caída hacia adelante y la respiración complicada en pulmones apretados:

—Compañeros, compañera —porque había una sola, pero ahora se tomaban el trabajo de diferenciarla y reconocerla en la apertura de la conversación—. Vamos a dar inicio a la reunión de hoy. Antes que nada, por supuesto, agradecer a los compañeros de la construcción, no solo por prestar la sede sino también por los sanguchitos riquísimos que nos han preparado, que esperamos compartan el contacto en el grupo de chat —y miró socarrón al dirigente encargado del convite mientras sonaban algunas risas condescendientes—. Estamos, claro, frente a un país nuevo. Distinto, diría, de todos los gobiernos que hemos atravesado juntos. Por lo pronto, las medidas iniciales que adoptó el gobierno parecen estar en contra de la industria nacional, de las empresas y, por ende, de los trabajadores. Yo pude comunicarme hoy con una persona del gabinete que me dijo que en estos días esperaban poder entablar algún tipo de conversación para definir algunos lineamientos. Eso lo quería aclarar de antemano, porque así me lo solicitaron y para aclarar que ya saben, desde el presidente hasta el último ordenanza, quiénes somos.

En los asientos aledaños, algunas caras asentían tranquilos, otras todavía masticaban los sanguches de miga y a algunos pocos se les notaba la desconfianza.

—En este sentido, queda claro que durante la campaña se dijeron muchas cosas contra la casta, y donde fuimos señalados directamente en medios de televisión abierta. Pero esa agua ya corrió bajo el puente y ahora, sin ser ingenuos, porque el gobierno no es compañero,  tenemos que definir nosotros cómo vamos a actuar. Por suerte, a nosotros, compañeros… estas medidas mucho no nos golpean, pero a los trabajadores sin dudas que les va a dar un golpazo.

—¿Qué dijo de los travas? —preguntó chabacano un anciano sentado en una silla al costado.

—Hace cuarenta años venís con el mismo chiste —le contestó otro, mientras tiraba la mano derecha por atrás de su cabeza.

—Como decía —retomó el triunviro—, el problema es que nos van a exigir algún paro, alguna medida. Y estamos complicados.

—Si nos quedamos muzzarella los últimos cuatro años, queda mal que salgamos con una medida la primera semana —se sinceró el de mecánicos.

—Compañeros, le estamos faltando el respeto a la historia del movimiento —se levantó el canillita mientras señalaba una foto de Rucci colgada en una pared—. A nosotros nuestro poder nos lo dan los laburantes, no los políticos. Nuestra única tarea es defenderlos. No digo hacer la revolución. Con que no nos caguen tanto, estamos.

—Bah, éste porque es nuevo. Agarró en 2006 — el líder del sindicato anfitrión le bajó el precio a su par de los canillitas—. Al presidente lo votó la gente, y si nosotros salimos así de fuerte, nos van a tirar el pueblo en contra.

—Pero no los votaron para hacer mierda el sa… —empezó a hablar uno al fondo pero lo interrumpieron rápido.

—Vamos a sacar un comunicado —sentenció el triunviro, todavía de pie, antes de que el peso de su barriga lo hiciera inclinarse sobre la mesa— y, para dejar tranquilos acá a los compañeros canillitas —y lo señaló sin mirarlo—, vamos a decir que es un ajuste brutal, contra los trabajadores y la industria, no olvidemos mencionar a los compañeros empresarios. Que no nos vamos a quedar de brazos cruzados, que defendemos los quince puntos que les hicimos llegar a los candidatos, y que sigue siendo nuestra vocación contribuir a la gobernabilidad. ¿Anotaste, Mario? Esa frase, tal cual, por favor, que me salió muy linda. Lo va a redactar acá el compañero Mario López con ayuda de algunos compañeros. ¿Alguien más quiere decir algo?

Y aunque un par levantaron la mano tímidamente, el dirigente concluyó:

—Bueno, dejamos ahí nomás, por hoy. Gracias por haber venido y gracias de nuevo al compañero de la construcción que verdaderamente nos trató como reyes.

Aplausos.

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