Era un viernes frío y nublado. Justo después de que dejara de llover, Fabricio bajó de su auto y caminó hacia la entrada del cementerio San José. Saludó amablemente a los empleados municipales que tomaban mate con criollitos, que ya lo conocían, y caminó entre las bóvedas hasta llegar a la zona de entierro propiamente dicha.
Abrió una banqueta plegable, que apoyó en la tierra, y sacó de su portafolios una tabla de apoyo con papeles casi en blanco. Tardó unos minutos en encontrar una birome y apoyó el portafolio sobre la tierra barrosa.
—Buenos días, compañeros —saludó—. ¿Cómo andan? Espero que para hoy hayan preparado la reunión, porque si no, me voy a enojar y se pudre… Lo que sí, y no les dejo pasar, es que no quiero más debates entre ustedes cuando yo estoy hablando… No, no empecemos… —Fabricio se enojó luego de la advertencia.
Desde atrás de la última fila de bóvedas, los únicos tres empleados del cementerio espiaban, mate en mano, lo que hacía Fabricio en su diálogo con el más allá.
—Porque ya lo discutimos esto, Norma —Fabricio se indignaba y su voz se agudizaba—. Dios mío, ¿pueden parar un segundo? ¿Pueden parar? Tenemos que definir si entramos al gobierno o no. Ya me ofrecieron un puesto importante… Gracias, papá, no necesito que me defiendas. Gracias.
Hizo silencio unos minutos durante los cuales repartió la mirada entre distintas lápidas, al mismo tiempo que moderaba con gestos y asentía cuando algo que escuchaba le parecía correcto.
—Bueno, si les parece, votemos. Yo les aviso, y esto no lo comenten porque van a decir que es trampa —se cubrió la boca para el secreto—, que en el cementerio Parque Los Álamos el resultado fue en contra. Y les recuerdo que tengo muchas ganas de participar en este proyecto. Así que ahora, votemos.
Dos segundos después, Fabricio saltó de su asiento con los brazos extendidos y empezó a festejar su victoria en el escrutinio. Los empleados municipales temieron ser advertidos y se escondieron un poco mejor.
—La verdad, son el mejor partido político de la Argentina — Fabricio felicitó a sus compañeros con lágrimas en los ojos—. Muchas gracias por darme esta oportunidad. En serio… ¿Qué dijiste Ricardo? ¿Ah se quiere afiliar también? Sí, si traje fichas de afiliación. ¿En qué sector está? Ya mismo paso a verla.
