261. Silencio positivo

28 de agosto de 2024 | Agosto 2024

Qué época aquella, qué gustos nos dábamos con Agustina, mi hermana, esos meses que duró la rehabilitación de papá. Él había tenido un accidente automovilístico muy fuerte. Se salvó de milagro, decían todos, menos él, pobre, que no podía hablar. Quedó todo partido por dentro y por fuera. Creo que si le funcionaban los órganos era de pura casualidad, porque no parecía una persona entera.

Mal estado de la ruta y un coche que se cruzó. Esa combinación bastó para que terminara en el hospital. La internación le duró una semana y algo. Después, a recuperarse en casa. En cama, para ser más preciso. Mi tío decía que parecía La Momia de Titanes en el Ring de lo vendado que estaba.

Pero lo que más sufrió, y que nosotros aprovechábamos, era que por la fractura de mandíbula y otros huesos del cráneo que nunca aprendí, nuestro viejo estuvo meses sin poder hablar. Como ya éramos huérfanos de madre, la única voz de autoridad que quedaba en la casa se silenció.

Mi tío nos traía la plata de mi viejo, la dejaba en un cajón y nosotros agarrábamos lo que queríamos y nos íbamos a cualquier lado. A él lo dejábamos con la tele encendida, como para hacerle pasar el rato un poco mejor.

—Pa, me voy al casino —le decía yo, con diecisiete.

—Pa, me voy a Pinar de Rocha, vuelvo mañana a eso de las siete, ocho —decía Agus, de quince.

Pedíamos comida cuando queríamos, hasta cenábamos helado si teníamos ganas. Íbamos a fiestas cualquier día, o las hacíamos en casa. Había de todo: droga, alcohol, sexo, juego.

Llegó un momento que Agustina se envició un poco con el delirio. Le agarró mucho gusto y andaba en cualquiera. Yo la veía, en las fiestas en casa, que se iba a coger con cualquiera. Mi viejo, postrado el pobre, no podía hacer nada. Además, como la casa es grande, ni se enteraba de todo lo que pasaba.

Hasta que un buen día, después de sentirse mal unas semanas, Agustina vino y dijo que estaba embarazada, que no sabía de quién era. Yo, por las dudas, nunca le dije que yo también, una noche de esas, a oscuras, había participado en una orgía, y no estaba tan dado vuelta como para olvidarme que acabé adentro. Son cosas que pasan…

Mi sobrino es hermoso, ya tiene siete años y se lo ve bien, salió con nuestros genes. La que no está muy feliz es Agustina, que ya no habla con papá porque, dice, fue un padre ausente que no la cuidó cuando debía y que es culpa suya que su futuro arruinado se haya arruinado.

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