243. Cátedra práctica

12 de agosto de 2024 | Agosto 2024

El aula estaba llena. No cabía una persona más, ni siquiera de pie, dado que hasta los pasillos tenían estudiantes sentados en el piso. Incluso la administración de la Facultad de Derecho había tenido que asignarle a la cátedra del Dr. Fernández el aula más grande de las habilitadas para cursos regulares. Nadie esperaba, en un primer momento, semejante explosión de inscripciones en esa comisión.

El Dr. Fernández, entrado en años, adoptaba una actitud relajada, sentado sobre la mesa al frente del aula, de cara a su público. Él, los docentes adjuntos y los ayudantes que conformaban la cátedra eran todos recibidos de los centros universitarios de distintos penales.

La cátedra se centraba en dar la materia de derecho penal desde una postura única: cómo se planea y ejecuta el delito les importaba tanto o más que lo que la ley dijera al respecto.

—Chicos, volvamos al tema de hoy. Delitos contra la vida. Artículos 79 a 108 del Código. Tenemos los delitos contra la vida propiamente dichos, o sea, homicidio y aborto, y luego están las lesiones, duelo, abuso de armas y abandono de personas. Ahora, yo quiero cometer un homicidio agravado por alevosía ¿Cómo lo hago? ¿Alguna idea? —abrió el juego al alumnado.

—Apuñalo a uno hasta que se muera —contestó una joven.

—Muy bien. ¿Con qué lo apuñalarías? Por curiosidad, nomás.

—Había pensado un chuchillo, pero… ¿un destornillador sirve?

—Yo creo que sí. Es buena idea —asintió el Dr. Fernández.

—Yo violaría a la víctima —contestó otro.

—¿Antes o después de que se muera? —preguntó el Dr. Fernández—. Porque ojo: si la fornicás después de que se muera, ¿qué abuso hay? ¿A la voluntad de quién estás sometiendo? De nadie, a los muertos no se los puede abusar. Pero, si lo hacés después de muerto o muerta, entonces sí, quizás, puede haber ensañamiento, aunque debe haber otros objetos del plan que tengan algún efecto con la víctima en vida. Pero no sería alevosía. ¿Otro?

—¿Hacerlo gracias al abuso de confianza de la víctima? —preguntó una señora.

—Muy bien. Pero dame más detalle. ¿Cómo lo harías? —el Dr. Fernández achinó los ojos.

—Soy enfermera y le doy una pastilla de veneno a un paciente, que confía en mí porque soy la que lo medica.

—Perfecto.

—Profe, ¿y si yo en realidad quiero violar a alguien y es en ese acto que se me muere la víctima? —consultó uno al fondo.

—Eso lo van a ver la clase que viene con el Dr. Maroni, que es experto en abusos sexuales, estuvo encerrado como quince años. Violador serial —contestó el Dr. Fernández y levantó un índice a la altura de su rostro—. Y, por el tema que consultaba el compañero al principio, sobre delitos contra la administración pública —miró el celular un segundo—, acá me confirman que va a venir el senador Domínguez a participar, pero la clase la da el ex Secretario de Transporte.

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